Los pescadores de Esmeraldas aseguran que las capturas se han reducido por la emergencia sanitaria. Fotos: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
El puerto artesanal pesquero de Esmeraldas (Papes) redujo su actividad entre la mitad de marzo y abril, debido a la emergencia sanitaria por la pandemia del covid-19.
De las 900 embarcaciones que están en la dársena del puerto, 500 que se dedicaban a la pesca de pescado de exportación, como el dorado, disminuyeron sus labores de faenamiento, de acuerdo con la Cámara de la Pesquería de Esmeraldas.
El presidente de ese organismo, Rafael Vergara, explica que los robos a embarcaciones pesqueras, más el temor a ser contagiado por el virus, hizo que los pescadores suspendieran sus faenas, que realizaban hasta dos veces por semana.
Según el cálculo de la Cámara, 4 000 pescadores de Esmeraldas han dejado de trabajar, lo que implica un revés económico para el sector.
Entre enero y febrero de este año, el promedio de producción de dorado estaba entre 1 000 y 1 500 libras por embarcación.
Roddy Cedeño, armador pesquero, señala que la falta de producción provocó que el precio de la libra de dorado subiera hasta un 100% más. Normalmente, la libra estaba entre USD 1,20 y 2.
Según el cálculo de la Cámara, 4 000 pescadores de Esmeraldas han dejado de trabajar por la emergencia sanitaria. Foto: Marcel Bonilla / EL COMERCIO
Tomás Cedeño, funcionario de la Subsecretaría de Pesca en Esmeraldas, precisa que el impacto para el sector pesquero es importante por la reducción de la actividad, especialmente de la denominada pesca de altura (dorado).
En el último mes, una buena parte de pescadores se dedica a la captura de camarón café, a través de las changas, un arte de pesca de redes con tableros de madera y hierro.
La pesca de camarón tipo langostino promedia entre 80 y 120 libras por noche y la libra se comercializa hasta en USD 1,50, pero en los mercados se vende a USD 2 a los consumidores. Esta actividad ha dado respiro a unos pocos artesanos del mar, explica Cedeño.
Francisco Valverde, uno de los pescadores, ha estado 30 días en tierra y ha tenido problemas para comprar alimentos para su familia, porque sigue varado sin poder pescar.
“Llevo 25 años dedicado a la pesca y nunca había tenido que estar confinado, ni por temor a los piratas, pero ahora lo hacemos por la amenaza del coronavirus”, comenta el hombre de 45 años.
En el barrio 5 de Junio, donde habita Valverde, viven 70 pescadores más que han dejado la actividad en la que llevan más de 20 años con la captura de dorado, gacho, albacoras, pez espadas y atún.
“Este panorama se repite en las 74 caletas pesqueras de Esmeraldas, sin embargo, existen pequeñas canoas que salen a pescar con redes”, precisa el presidente de la Unión Provincial de Cooperativas Pesquera de Esmeraldas (Uproccopes), Ovidio Quiñónez.
Por estos días, el Puerto de Esmeraldas luce desolado. De las 50 bodegas destinadas a la compra y almacenamiento de producto de exportación, apenas 15 son abiertas por sus dueños para realizar limpieza y ver cómo vender pescado pequeño como caritas, chavelitas, pargos, lenguados, picudas, sierras y bagres.
Pero, desde hace un mes, los pequeños y medianos comerciantes de pescado en el puerto dejaron el área construida para ese fin y se apostaron en la vía principal de ingreso para ofrecer su producto a las pocas personas que llegan, en busca de camarón y pescado.
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