Una pareja pide justicia por la muerte de su bebé en un accidente de tránsito

Imagen referencial. Siete meses después del siniestro se dictaminó una sentencia en contra del conductor del otro vehículo que –según la pareja- se chocó de frente con el suyo y aparentemente lo conducía en estado de embriaguez. Foto: Pixabay

El 24 de mayo del 2019 la vida de Patricia R. y Miguel G. dio un giro de 180°. Cerca de las 22:00 sufrieron un accidente de tránsito en el nororiente de Quito. Ambos resultaron con heridas leves pero su pequeña hija de siete meses de nacida falleció tras una grave contusión.
Siete meses después del siniestro se dictaminó una sentencia en contra del conductor del otro vehículo que –según la pareja- se chocó de frente con el suyo y aparentemente lo conducía en estado de embriaguez. Él actualmente, está preso.
Sin embargo, el juicio no ha terminado, porque hay una apelación de los acusados. Este proceso continuará el 27 de marzo del 2020, con una audiencia de apelación. El acusado está en prisión y se lo procesa por el supuesto delito de muerte culposa, que según el artículo 145 del Código Integral Penal implica una pena de tres a cinco años de cárcel.
Ambos contaron que van a terapias físicas para aliviar dolores de espalda, cuello y columna. No logran superar la muerte de su bebé.
La pareja tampoco ha podido recuperar su vehículo, que sigue en una mecánica. Los daños superan los USD 40 000, un monto que no pueden cubrir ante la falta de un seguro que no alcanzaron a contratar antes del accidente.
La pareja esperaba la indemnización del otro vehículo (por daños a terceros), pero el pago –aseguraron- se concretó a otra persona. Expertos en seguros afirman que es una acción ilegal. “Cuando existen daños a terceros, la compañía de seguros tiene la obligación de pagar a ese tercero y no al asegurado. Lo hacen siempre y cuando la aseguradora pague al afectado del accidente, con una debida acta de desistimiento de obligaciones para que no haya reclamos posteriores”, explica Rosario Donoso, asesora productora de seguros.
Este es el testimonio de la pareja
Patricia R.:
Salimos de la casa de mis papás desde el sur de Quito. Mi esposo manejaba y yo iba atrás con mi hija, que el 25 de mayo iba a cumplir 8 meses. En cuestión de segundos solo escuché a mi esposo gritar, vi unas luces que nos encandilaban y sentí un impacto fuertísimo. A mí me sangró la nariz y mi hija lloraba. Parecía que todo estaba bien, porque no sangraba.
El carro se cambió de carril y se estampó contra nosotros. El conductor salió y solo preguntaba ¿a quién maté? Era evidente que estaba borracho. Salí con mi hija en brazos y empecé a correr porque temía que los carros explotaran y no nos dimos cuenta de que nuestra hija estaba golpeada. Llamamos al 911.
En el hospital nos dijeron que (la bebé) tenía un alto riesgo de morir. Pasé toda la noche con ella porque a mi esposo también lo llevaron preso. Tuvo tres paros cardiorespiratorios y falleció a las 07:00 del otro día. Mi esposo no se pudo despedir de ella.
Hemos tenido un proceso transparente, pero largo y tortuoso. Nos toca revivir todo en cada audiencia. En la sentencia que dictó el juez el 26 de diciembre del 2019 se desestimó la prueba de sangre (del conductor); querían dar de baja ese elemento y el delito. El abogado de la defensa pidió que el chico saliera liberado en ocho meses, máximo un año.
Además de la pérdida irreparable de nuestra hija también perdimos nuestro vehículo. Vivíamos en el extranjero, acabábamos de regresar y trajimos el auto y no alcanzamos a asegurarlo.
Fuimos a la aseguradora que tenía el otro carro y nos dijeron que había luz verde para pagarnos, pero no sin sentencia. En enero de este año, con la sentencia nos acercamos a la aseguradora y nos dijeron que ya cancelaron el dinero a la dueña del vehículo. No entendemos por qué le pagaron. Esa persona no nos contesta las llamadas.
Más allá de toda la carga legal que tenemos que seguir aguantando, no podemos cerrar este círculo y llorarle a nuestra hija en paz. Ver al carro chocado, que está en una mecánica, es volver a recordar y vivir eso todo el tiempo.
No queremos dinero, solo que se haga justicia. No queremos volver a saber de él y solo tener el bonito recuerdo de nuestra hija.
Miguel G.:
Luego del choque me llevaron a un hospital del centro. Mi hicieron radiografías y me trasladaron a otro hospital. Estuve en eso hasta las 03:00. A las 06:00 me llevaron preso y hasta ahora no entiendo por qué, si fue tan evidente que el otro vehículo invadió el carril.
En la audiencia del día siguiente solo estuve yo y el abogado del otro conductor. Recién me pude ver con mi esposa en la funeraria. Cuando pensábamos que eso terminaba ahí, apenas empezaba.
Después hubo audiencias, reconocimiento de versiones, de los hechos. Llegaron a decir que nuestra hija estuvo golpeada antes del accidente, que el chico no estaba conduciendo el vehículo y que no estaba embriagado.
Nos hemos encontrado con buenas personas. El Fiscal y las juezas han sido correctos. Pero esto desgasta y desilusiona, porque tratamos de pensar que toda la gente es buena y no es así. Ya hemos gastado USD 10 000.
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