Modesto Jurado, del sitio Las Coronas, del cantón Sucre, mantiene su machete y su burro, pero ya no utiliza sombrero. Foto: Patricio Ramos / EL COMERCIO
El montubio, cuya palabra se escribía con ‘b’ hasta diciembre de 2014, era definido en el diccionario de la Real Academia de la Lengua como hombre recio, grosero y montaraz.
Pero desde octubre pasado se escribe montuvio con uve, que significa hombre de la Costa. El cambio en el diccionario se dio tras 10 años de lucha del comunicador social manabita, Ángel Loor, de la Universidad San Gregorio de Portoviejo.
Montuvio significa hombre de la costa ecuatoriana, alegre, amable, de vestimenta ligera (pantalón de tela, botas, sombrero y camisa), dedicado a las labores relacionadas con el agro y sobre todo muy jovial.
Este es el personaje al cual defiende Loor y siente orgullo. A fines del 2014 culminó su odisea con éxito -dice-, pues ahora en Ecuador ya se puede escribir montuvio con uve.
Loor cuenta que en un viaje a Guayaquil, a finales del año pasado, aprovechó para comprar el nuevo diccionario. Adquirió el menos lujoso: dos tomos por USD 75. “No voy a mentir, lo compré y corrí hacia la casa de unos familiares donde me hospedaba, abrí las páginas hasta llegar a la letra M, busqué y ahí estaba montuvio con uve”.
Este intelectual dice orgullosamente ser montuvio, pues nació en Portoviejo y su padre es de la zona rural del cantón Bolívar (noreste de Manabí). Para él, el significado que aparece en las ediciones 21 y 22 del diccionario es peyorativo e insultante para el montuvio.
Después de haber luchado por 10 años desde que envió una carta a la Academia Ecuatoriana de la Lengua, cuenta que no estuvo solo en esta labor. Recibió el apoyo del manabita Humberto Robles, un doctor Emeritus de la Northwestern University en Estados Unidos, hoy jubilado y residente en ese país; además también fue escuchado por Susana Cordero de Espinosa, actual directora de la Academia Ecuatoriana.
Mientras Loor trabajaba para que se lograra el cambio de la palabra y la definición, los pobladores de las zonas rurales, ajenos a esa lucha lingüística, ignoraban que en el diccionario se los definía como groseros y montaraces. Modesto Jurado, un agricultor del sitio Las Coronas, en el cantón Sucre, dice que lo que le interesa es que día a día pueda tener salud para seguir caminando junto a su caballo, por los parajes montañosos de su tierra.
Este montuvio no deja su distintivo machete y su caballo. Explica que no calza botas de caucho en estos días, pues las lluvias están retrasadas y los caminos están polvorientos.
Lorenzo Márquez vive en la zona de Charapotó, también de Sucre. Lleva el sombrero de ala ancha tipo vaquero, su camisa de tela es infaltable, pero ahora se transporta sobre una mototaxi; dice que es mejor para no sacrificar a los caballos.
Agustín de Mera, de la comuna El Junco de Sucre, no cambia su burro y su machete en sus jornadas de trabajo.
El historiador manabita Ramiro Molina opina que el término montaraz es humillante. El montuvio, con uve, proporciona al país el fruto de su trabajo diario: las legumbres, hortalizas y frutas de la Costa; por eso, este es el hombre de la Costa. “Hay que tomar en cuenta que una buena parte de montuvios no vive en las montañas como dice el diccionario. Según Loor, en el censo de 1910 se estableció que el 7,4% de los encuestados dijo ser montuvio y esa misma cifra se obtuvo en el censo del 2010.
El estudioso de las raíces manabitas José Elías Sánchez asegura que el primero en reconocer al montuvio con uve y definirlo como hombre de la Costa fue el novelista José de la Cuadra; fue en 1935.
El actor y cultor de la expresión oral manabita Raimundo Zambrano señala que la cultura montuvia es rica en historia y que esta no habla de un personaje montaraz.
Molina asegura que el montuvio ha ido cambiando su forma de vestir. Por ejemplo reemplazó el sombrero por la gorra, el caballo por la moto y las camisas por las camisetas. Estos montuvios se han alfabetizado y sus hijos se han profesionalizado en universidades, no son ningunos ignorantes.