El termómetro llegó a superar los 40°C. Los pañitos de agua en la frente y las tabletas de paracetamol cada ocho horas no eran suficientes. La fiebre se desvanecía por poco tiempo pero volvía con mayor fuerza.
Por dos días, Camila Pinos mantuvo los cuidados de su hija de 12 años en casa. Sospechó que podría ser covid-19 y al llegar al Hospital Teodoro Maldonado Carbo, del IESS, en Guayaquil, un indicador desvió el diagnóstico.
“Sus plaquetas estaban en 23 000 y lo normal es de 130 000 a 250 000. Luego bajaron a 5 000 y esa es una señal de dengue. Cuando me dijeron que necesitaría una transfusión de plasma entré en ‘shock”, contó la madre en el exterior de emergencias.
Su hija no es la única en la sala con ese cuadro. El Teodoro Maldonado ha registrado entre uno y dos casos diarios de dengue con signos de alarma en las últimas semanas, y entre ocho y 10 al día de tipo clásico en el área de consulta.
El virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti circula con mayor intensidad entre diciembre y marzo, en la estación lluviosa en zonas tropicales y subtropicales del país. Sin embargo, algunos territorios del Litoral aún registran lloviznas que favorecen la reproducción del vector.
El Ministerio de Salud Pública reporta 12 228 casos hasta mediados de junio, con mayor incidencia en Guayas, Manabí, Esmeraldas y Napo.
Los niños son los más afectados. El 49,4% de los diagnósticos nacionales se concentra en el grupo de 0 a 14 años de edad; entre ellos, los pacientes de 10 a 14 años acumulan más diagnósticos.
Para la pediatra Pravda Frías, una de las causas es que los chicos pasan más tiempo en las viviendas debido a la pandemia. Y es allí donde el mosquito suele desarrollarse, en desechos abandonados que funcionan como criaderos, en maceteros y tanques de agua.
“Se piensa que al estar en casa están protegidos del coronavirus, pero allí está el mosquito del dengue y no se está previniendo”, dice la especialista, que en su mayoría atiende a pacientes de barrios del sur de Guayaquil y de Durán.
El año pasado, el estallido de la pandemia apartó la mirada del dengue y de los métodos para controlarlo. Como resultado, las cifras se dispararon hasta alcanzar los 16 570 casos (el doble que en el 2019).
Esa estadística, sumada a la de este año, eleva la posibilidad de reinfecciones y el desarrollo de cuadros graves.
La pediatra Frías ha atendido a niños con sangrados nasales, vómitos con hilos de sangre, sangrado digestivo y acumulación de líquido en el abdomen y los pulmones.
“En el mes -precisa- recibimos unos 50 pacientes con signos de alarma y manifestaciones hemorrágicas”. El cuadro se complica aún más en menores son sobrepeso. Samuel, de 14 años, ha pasado cuatro días en el Hospital Teodoro Maldonado.
Mariuxi Vera recuerda que la enfermedad en su hijo comenzó como una infección intestinal, hasta que el enrojecimiento de la piel desencadenó otros síntomas más.
“Estuvo a punto de convulsionar y le dolía demasiado el vientre. Sus labios y dedos se tornaron morados, sus manos estaban heladas aunque tenía 40°C de fiebre. Estaba entrando en ‘shock”.
Fiebre, dolor corporal y de cabeza son síntomas que fácilmente pueden confundirse con el SARS-CoV-2.
Julio Valencia, especialista en Medicina Tropical, indica que por esa razón algunos pacientes son medicados con antiinflamatorios, fármaco contraindicado en dengue.
Valencia dirige el Colegio de Médicos de Esmeraldas, la tercera provincia con más casos de dengue en el país. Aquí, históricamente, los niños han sido los más vulnerables, particularmente en las zonas urbanas
de cantones como Esmeraldas, Atacames y Quinindé.
Manabí está en el segundo lugar; Jipijapa es el cantón con mayor incidencia nacional, con 688 casos por cada
100 000 habitantes. La epidemióloga Melva Morales explica que las condiciones sociales y sanitarias -como la falta de suministro de agua por tuberías- aumentan el riesgo.
Y además, el temor al contagio por covid-19 frena, por ejemplo, que los equipos de control vectorial ingresen a los domicilios o que se acuda a los centros de salud ante los primeros síntomas. “Por esta razón debe haber un subregistro y hay un aumento de casos con signos de alarma por no acudir tempranamente”.
El infectólogo Washington Alemán explica que el virus causa más problemas en los extremos de la vida: niños y adultos mayores. Esto se debe a ciertas vulnerabilidades en la parte inmunológica.
El especialista aconseja reforzar la vigilancia sanitaria y la prevención como país. Colombia detectó este año un serotipo distinto del virus, con ciertas particularidades; a esto se suma el riesgo de introducción de un nuevo vector, el Aedes albopictus, con una mayor capacidad reproductiva.