Las sirenas de los patrulleros resuenan con insistencia en el inusual silencio de la transitada calle Pedro Gual, en el centro comercial de Portoviejo. Policías y militares evacúan la zona aledaña al edificio Álava, que será derrocado por implosión a las 14:00 de este viernes 12 de agosto de 2016.
“El que huye vive”, repetía entre risas Magaly Zambrano, una comerciante del Mercado Barrial No. 1 (que agrupa a más de 800 vendedores). Ella cerró su negocio a las 10:00 como parte de las medidas de seguridad que tomaron las autoridades para realizar la tercera voladura controlada, técnica que se aplicó para demoler las estructuras más afectadas por el sismo del pasado 16 de abril. La disposición es cerrar los locales comerciales más cercanos desde las 11:00 hasta las 15:00.
“Era bien conocido -recordó Mario Manrique-. Fue uno de los más altos de su época”, contó este sastre que hasta antes del mediodía atendía a sus clientes, junto a la calle Primero de Enero. En esa vía se tiene previsto que caigan los escombros tras la detonación.
El edificio Álava, que data de 1979, fue uno de los que marcó el paso al modernismo arquitectónico de la capital manabita. Ocupa una superficie de 965 metros cuadrados y su superficie construida es de 2 341 metros cuadrados.
Tiene ocho niveles,en los que funcionaban comercios, oficinas y departamentos; y será derribado con 19 kilos de explosivos en gel, distribuidos en 153 barrenos, en tiempo similar en el que han caído las otras dos infraestructuras derrocadas por este método. Los técnicos de la empresa española Tragsa indicaron que el procedimiento previo incluyó demoliciones mecánicas en interiores y exteriores, también perforaciones en los pilares del edificio y la colocación de protecciones sobre esos pilares para evitar que se desprendan esquirlas.
Xavier Santos, gobernador (e) de Manabí, explicó en días anteriores que esta implosión será una de las más complejas. Esto debido a que el Álava no está en la cercada zona cero. A su alrededor hay viviendas, negocios, incluso una gasolinera. También está el mercado, cerrado temporalmente.
Por seguridad, Santos indicó que se establecerá un cerco perimetral inicial, de 50 metros; y uno posterior, de
300 metros. Hoy, desde temprano, decenas de vallas metálicas impedían el paso. Incluso el puente Velasco Ibarra fue bloqueado.
Las puertas de los negocios se cerraban una tras otra, mientras los técnicos encargados de la implosión recorrían las bases de la edificación fragmentada.
Las familias que quisieron alejarse salieron cargadas con bolsos y con sus mascotas en brazos. Pero no todos abandonaron sus casas.
Gabriel Guerrero vive a una cuadra del Álava. Desde su terraza, con su celular, captó las últimas fotos del gigante en pie. “Son 37 años de historia que desaparecerán”. Desde ahí también se observaba a otros vecinos, asomados en sus balcones.
El gobenador Santos indicó que los moradores del sector podían optar por permanecen en sus inmuebles, siempre que estas edificaciones pasen por una valoración técnica que certifique que sean seguros. La condición es que no podrán salir hasta una hora después de la implosión y por eso permanecerán bajo vigilancia policial.
“No vamos a usar la fuerza para evacuar a personas cuando no hay un riesgo inminente a la integridad física. La empresa Tragsa nos ha demostrado en las otras demoliciones que se han ejecutado los procedimientos de forma exitosa y sin inconvenientes”, dijo Santos el pasado martes.
Además reiteró que la empresa contratada cuenta con un seguro por posibles daños a terceros, con validez hasta el 15 de agosto. El monto de cobertura es de USD 1 millón.