Jacinto Bonilla P. Grupo EL COMERCIO
En el fútbol no se puede jugar con balón chato. Los triunfos esconden los errores y las derrotas agrandan dramáticamente las equivocaciones, pues la única verdad son los resultados. Y más aún en el camino por asistir a un Mundial.
Jugar lindo y no ganar es un discurso utópico e iluso porque las victorias y hasta los empates permiten llegar al objetivo. Cuando los resultados no asoman los fantasmas aparecen. En esta última semana se polarizó sobre el liderazgo de Vizuete en la Tri. No es un secreto el poder de los históricos Iván Hurtado y/o Édison Méndez.
No es de ahora, fue de siempre, aunque hoy los futbolistas quieran minimizar lo evidente. Dependerá de lo que haga Ecuador ante Uruguay y Chile para sellar el pasaporte a Sudáfrica. Si la Tri se clasifica Vizuete será un héroe. Todos olvidarán sus carencias y las dudas de su liderazgo. Si Ecuador no va al Mundial, entonces el DT será el compendio de la ineficacia y la incapacidad. Es el lado perverso del fútbol. Si ganas eres un rey y si pierdes, un adefesio.