Camilla Cornell, una periodista y escritora de temas relacionados con la educación, dice que su hijo es un lector voraz, tanto que el mundo real no puede competir con su anhelo por adentrarse en el universo al que le llevan los libros. Comenta que contagiar a los niños el amor por la lectura en esta era electrónica es un reto muy grande pero que debe tomarse porque sabemos que la lectura es buena para los niños, pues les ayuda a desarrollar nuevas células cerebrales y fortalece las conexiones entre ellas. “Es crucial si los niños están en busca de comprender y aprender, desde la matemática hasta la historia. Pero, sobre todo, la lectura es una experiencia profundamente placentera, una forma de escapar del mundo diario y llegar a lugares distantes, presenciar eventos mágicos y conocer personajes inolvidables”.
Los tiempos pueden variar pero la mayoría de los niños tienden a desarrollar un camino predecible en el campo lector. En cada etapa de su desarrollo van fortaleciendo esa pasión mediante una lectura adecuada de libros apropiados. Para ello, la experta ha elaborado estrategias según la edad. Veamos:
Los come libros (de 0 a 3 años)
Los ladrillos con los que se construye el edificio de la lectura para los niños se colocan antes de que ellos puedan pronunciar palabras. Al mirar fotografías, los bebés desarrollan sus músculos oculares y cada vez que escuchan una palabra ésta se imprime en sus cerebros más fuertemente. Cuando los padres leen a sus bebés, los familiarizan con los ritmos del lenguaje y les enseñan lo básico del funcionamiento del libro: se abre, se encuentra allí historias o ilustraciones, es parte de nuestra diaria rutina. Los libros para este grupo etario deben tener pocas palabras y muchísimas ilustraciones y/o fotografías y también objetos adheridos al libro que los puedan tocar y manipular.
Es divertido que los padres hagan libros para sus niños y en ellos coloquen fotos de la familia. Se debe, eso sí, permitir que sea el niño quien decida cuándo ha terminado la sesión de lectura. Conviene establecer un ritual que puede ser a la hora de ir a dormir o que pueda mirar un libro de ilustraciones mientras mamá le cambia el pañal, porque cuando el libro se vuelven parte de la rutina, ese comportamiento se mantiene en el futuro. Si quieren releer el mismo libro varias veces, a pesar de que puede ser para el adulto un dolor de cabeza, hay que complacerles. Ellos están aprendiendo que la historia tiene un comienzo, una parte intermedia y un final y la repetición ayuda a que eso se torne predecible, con lo cual sienten que ya conocen aquello y eso les anima más. Con los más pequeños funciona muy bien hacer una lectura interactiva, señalando objetos que los niños repiten o preguntarles qué fue lo que dijo el personaje principal o cómo es el sonido que hace la vaca. Si los niños participan se sentirán más deseosos de aprender.
Los prelectores (3 a 5 años)
Mientras crecen los hijos debemos darles historias que tengan más palabras. Esto no significa leer con ellos un clásico como ‘Hamlet’. Hay que buscar material apropiado, pues de lo contrario, si no comprenden lo que se les está leyendo, seguramente se alejarán del libro. Sin embargo, las historias ya no solo estarán presentadas en fotos e ilustraciones sino que tendrán un desarrollo más amplio del vocabulario y frases completas que irán haciendo cada vez más interesante su lectura.
En esta etapa conviene leerles a los niños los cuentos, haciendo mímica e imitando los sonidos del pájaro o de la culebra, todo lo que llame su atención y les asombre o les haga reír es muy bueno. Conviene también ir señalando con el dedo lo que se va leyendo para que al escuchar vea la relación entre la palabra escrita y la voz. Cuando se ha releído un cuento se puede hacer silencio frente a la siguiente palabra para que sea el niño quien la pronuncie, de esta manera se sentirá más cercano a la lectura y practicará su memoria. Deje que su hijo vire la página al darse cuenta, por el sonido de su voz, que es momento de hacerlo.
Es adecuado enseñarles el alfabeto y sus sonidos mediante canciones o versos. Conocer las letras y su sonido es la predicción más exacta de que está iniciando el aprendizaje de la lectura, pues estas son las herramientas del lenguaje escrito. Haga que esto sea divertido. Si su hijo o hija gusta de la música, lea las letras de canciones. Si le gustan los animales, busque libros sobre el tema y si gusta de los cuentos de hadas, nada mejor que los tradicionales con los que se sentirán más identificados, pues los habrán visto en películas o en la TV.
Formando lectores (8 a 10 años)
En esta etapa los niños habrán juntado todo el conocimiento alcanzado en las etapas anteriores, sabrán leer muy bien y de manera rápida y conocerán un amplio vocabulario. Ellos habrán decodificado lo básico (el sonido de las palabras) y estarán en el punto de poner más atención al significado de las mismas (comprensión lectora). Pueden leer libros más largos, de muchos capítulos y pocas ilustraciones.
Ayúdeles a escoger libros para su nivel de lectura, para ello abra cualquier libro y empiece a leerlo en alta voz para ver su reacción y averiguar si entiende casi todas las palabras y le es fácil seguir con la lectura. Poco a poco hay que exponerles a textos más largos y con un vocabulario más desarrollado pero sin olvidar que lo más importante es que el tema sea de su interés. No importa si quieren leer historietas cómicas, todo es válido si despierta su interés en una lectura útil y divertida. Sugiera historias de aventura, de viajes a lugares fantásticos, etc. Converse con ellos sobre los libros leídos, cuénteles cuáles fueron sus favoritos a esa edad y comenten juntos el mensaje que los libros dejan.
Lectores competentes (10 a 12 años)
Los chicos generalmente se convierten en buenos lectores en esta etapa de su vida, ahora que ya tienen un amplio vocabulario y habilidades suficientes para leer textos con información complicada. El reto será hacer que quieran leer cosas cada vez más amplias, desarrolladas y que provoquen su interés en conocer más y más. Los padres deben convertirse en entrenadores de esa lectura, hablar con los hijos sobre los libros clásicos, los ganadores de grandes premios, los más leídos, los más interesantes, los innovadores, los que han sido llevados a la pantalla, etc.
Poco a poco irán definiendo sus gustos por un tipo de lectura u otro pero siempre es conveniente que lean sobre muchos tópicos y a muchos autores. Hable con ellos sobre lo que están leyendo, lea el libro que a su hijo le gustó y que usted no lo había leído aún, comenten; mientras más hablen sobre lo que leen más profunda será la conexión.