He encendido la televisión a las siete de la mañana para ver noticias. Han sido interrumpidas por cadenas nacionales y propaganda del Gobierno. Si vamos a seguir así, ¡clausuren todos los canales nacionales, por favor! Porque la patria ya es de todos y la revolución está en marcha ya resulta empalagoso… ¡prefiero ver Los Simpson y su sátira al sueño americano en lugar de tanta propaganda oficial (un paréntesis: Homero debiera ser aliado de la lucha antiimperialista en lugar de un enemigo de los revolucionarios del siglo XXI).
Una, dice que la verdad ya es de todos… otra, que las inversiones de los últimos gobiernos han sido tres veces menores a las de este Gobierno (sin tomar en cuenta que este ha durado tres veces más que los anteriores y ha tenido tres veces más dinero); otra, habla sobre las maravillas de la marina en la administración de Petroecuador y sus planes de explotación del Bloque 31, el que está en el Yasuní, junto al ITT, que tanto dicen defender en la propaganda con la que también nos bombardean los últimos días… Y otra, en la que le responden a un presentador de noticias sobre sus comentarios acerca de la “vocación democrática del país”…
En eso último les vamos dando la razón: en Ecuador parece que no hay vocación democrática… En realidad, solo unos pocos convencidos de la libertad de expresión han respaldado a Teleamazonas o a radio Arutam… La mayoría respalda la sanción. Para muestra, un botón: hasta los jóvenes rebeldes de Diablo Uma convocan a quemar a Jorge Ortiz. ¡Tan democráticos, tolerantes, inclusivos y defensores de derechos humanos resultaron los militantes de ese colectivo!
Bueno, lo que queda claro pasadas las clausuras es que el Presidente no da puntada sin hilo. Y la clausura de tres días a Teleamazonas y de radio Arutam tiene que ver con el sustento que encuentra en las encuestas: lo que para pocos es asunto de principios, para la gran mayoría (transcribo los comentarios más comunes) “ya era hora de frenar los abusos de un comentarista, castigar a un banquero perverso, luchar contra la alienante caja boba que tantos problemas trae a la educación de nuestros hijos, acabar con las transnacionales de la comunicación y los monopolios empresariales, además de frenar a los indígenas que tanto daño han hecho al país convocando a paros y movilizaciones…”.
Y si a la mayoría le resulta alienante la caja boba, a mí me resultan alienantes los anuncios y cadenas, el sonsonete de la patria ya es de todos, la revolución está en marcha y las verdades a medias de la propaganda oficial.
Por mi parte, voy a clausurar voluntariamente los canales locales y la propaganda oficial de mi vida cotidiana: pagaré televisión por cable… y me alienaré al menos dos horas diarias y, con libertad absoluta, elegiré alguna película… ¡Sin interrupciones!
Columnista invitada