Redacción Quito
Cuando el sacristán de la Catedral, Magno Tene, termina su servicio en las misas matutinas, arregla la iglesia y sale directamente a la cafetería Carmita. Este es un hábito casi diario del sacristán.
En la cafetería sirven quimbolitos y sus humitas. Desde la Catedral camina hasta la Venezuela y toma dirección hacia el sur; cruza la Espejo y en menos de 20 pasos ingresa a la cafetería donde, según él, casi todos los días ordena un quimbolito.
En la Cafetería Carmita, Tene lee el periódico, se toma un refresco, come un quimbolito o una humita. “Son platos deliciosos”. Desde hace 50 años, en la cocina de la casa ubicada en las calles Olmedo y Flores, la familia Mesa prepara los quimbolitos y las humitas para la cafetería.
Antes de las 16:00, la gente entra y sale del local. Tene deja el sitio para comenzar su segunda jornada del día como técnico de electrodomésticos.
Mientras tanto, a menos de 10 cuadras al norte, junto a la estación de El Trole, Plaza del Teatro, Anita Herrera atiende los pedidos de sus clientes en su restaurante Don Sergio. En las vitrinas, entre corviches, tortillas de verde y bolsas de té, se ven contudentes quimbolitos.
María Tipán es una comensal diaria de este local. Para ella, los quimbolitos y humitas de Don Sergio son bien preparados y bien sabrosos. En la noche, junto con su hijo, toman “un café con una humita o un quimbolito…”.
Anita Herrera, la dueña del local, confesó, entre sonrisas, que sus quimbolitos tienen un ingrediente secreto que los hace especiales. Pero, además de ese ingrediente aprendido de un grupo de ancianas cocineras de la iglesia a la que Herrera acude, la dueña de este pequeño restaurante le agrega vainilla, coñac, harina, huevos, queso rayado. Prepara las humitas y los quimbolitos con sus propias manos al por mayor y al por menor.
Las humitas son hechas con maíz tierno molido. Algunas contienen queso y cebolla con un poco de achiote. La masa se cocina en hoja de maíz.
El historiador y catedrático de la Universidad San Francisco de Quito, Carlos Freile, asegura que el nombre humita no es el que se debería usar en Ecuador. Según él, debería ser llamado choclotanda porque humita es un nombre importado del Perú.
En el patio de comidas del Palacio Arzobispal, en cambio, los dueños del restaurante Querubín no preparan sus propios quimbolitos y humitas. Lo compran a un distribuidor.
En el Querubín, el ambiente es más elegante. A diferencia de los USD 0,80 que cuestan las humitas y quimbolitos en la Carmita y Don Sergio, en el Querubín cuestan USD 1,30.