Ray Donovan, un agente de Agencia Estadounidense Antidrogas (DEA), que participó en la detención contó detalles de la historia que no se conocían. Foto: AFP
El capo mexicano Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, antiguo líder del cartel de Sinaloa y declarado el 12 de febrero del 2019 culpable de 10 delitos de narcotráfico por un tribunal de Estados Unidos, protagonizó en el pasado dos fugas espectaculares de cárceles mexicanas de máxima seguridad. Esta vez enfrenta una posible cadena perpetua y podría ser llevado a una de las prisiones más estrictas del EE.UU., en Colorado, ADX Florence, conocida como la “Alcatraz de las Montañas Rocosas”.
Las dos fugas del capo de la droga han sido espectaculares y se han convertido en documentales, películas para televisión e incluso, Netflix hizo una serie sobre la vida de Guzmán.
Ray Donovan, un agente de Agencia Estadounidense Antidrogas (DEA), que participó en la detención contó detalles de la historia que no se conocían y desde una perspectiva completamente diferente.
Desde el 11 de julio del 2015 –cuando se fugó del penal del Altiplano– decenas de agentes mexicanos y de la DEA buscaron al narcotraficante. Fue entonces cuando Donovan se unió a los funcionarios mexicanos para descubrir quién era el responsable de la fuga y cómo recapturarlo.
Los investigadores sabían sobre la posible ubicación de casas de seguridad en Los Mochis, Sinaloa, noreste de México. Elementos de la Marina mexicana fueron a los ranchos en los alrededores de su lugar de nacimiento en el cercano Badiraguato. Esperaban que la presión obligara a Guzmán a salir de su escondite y huir a una casa de seguridad.
Los agentes no sabían cuál de las posibles casas de seguridad podría elegir Guzmán para su escondite, pero tenían los ojos puestos en todas ellas, las cuales vigilaban las 24 horas del día.
Donovan contó que el 7 de enero de 2016, un día antes de su recaptura, los investigadores vieron que el Chapo Guzmán bajaba de las montañas y se subió a una camioneta, luego se cambió a otro vehículo y entró a una casa de seguridad que había sido identificada semanas antes.
Horas más tarde, las fuerzas de seguridad llegaron al lugar para capturar al narcotraficante. Como siempre, Guzmán intentó huir, esta vez, a través de una puerta oculta en un armario que conducía a un túnel de aguas residuales debajo de la casa.
Las autoridades ya habían hecho un reconocimiento en el lugar y sabían sobre el túnel, que estaba lleno de agua en ese momento. Un grupo de agentes siguió a Guzmán que huyó con su sicario más despiadado, el Cholo Iván.
Muchos de los marinos mexicanos se quedaron para capturar a los miembros de seguridad del capo que estaban en el lugar, entre ellos estaban algunos de los asesinos más peligrosos de México, según Donovan.
El Chapo y el Cholo Iván robaron el vehículo de un taxista a punta de pistola y se fueron a toda velocidad, relata el agente de la DEA. El conductor llamó a un colega taxista y las fuerzas del orden oyeron al conductor decirle a otros por radio que le acababan de robar el auto.
Guzmán e Iván decidieron cambiar de auto y abandonar el taxi, antes de que la policía los encontrara. Robaron otro auto, esta vez eligieron un automóvil conducido por una mujer mayor y su nieto. Antes de que pudieran huir, se dieron cuenta de que el motor estaba humeando y que el automóvil no llegaría lejos. Para entonces era demasiado tarde, las autoridades ya los tenían cercados.
La policía federal mexicana, que había visto desde las cámaras de seguridad el segundo robo, se acercó rápidamente y los capturó.
Los marinos mexicanos encontraron a los miembros de la policía federal custodiando al Chapo Guzmán y al Cholo Iván en una de las habitaciones de un motel cercano.
La captura del capo fue alegría para todos los agentes que seguían las incidencias de la captura. “Saltamos de alegría”, señaló Donovan, quien dirigía la operación desde el cuartel general en Washington.
“Todos estaban felices. Imagínense cómo fue cuando se escapó. Habíamos sido derrotados, perdimos confianza, sentimos que habíamos perdido, habíamos puesto tanto esfuerzo en ello”, dijo para CNN.
El 8 de enero de 2016 fue detenido por tercera vez en Los Mochis, luego de lo cual el gobierno mexicano determinó entregarlo a las autoridades de Estados Unidos. El 20 de enero de 2017 fue extraditado y llegó con lágrimas en sus ojos al aeropuerto de Long Island, Nueva York. Fue encerrado en la prisión de alta seguridad de Metropolitan Correctional Center.
Su juicio se inició el 5 de noviembre de 2018 con la selección de los miembros del jurado en una corte de Brooklyn, Nueva York. Sus identidades nunca fueron reveladas.
El 13 de noviembre de 2018 arrancó el juicio con los argumentos iniciales de la Fiscalía y la defensa. Tres meses más tarde fue declarado culpable y con una posible condena a cadena perpetua. El juez Brian Cogan dará a conocer la sentencia el 25 de junio del 2019. La defensa anunció que apelará el veredicto.
Guzmán, que fue capturado por primera vez en 1993 en Guatemala y entregado a México, se fugó del penal federal del estado de Jalisco (oeste) en enero de 2001. La fuga de Puente Grande lo hizo en un carrito de lavandería con la ayuda de una decena de funcionarios corruptos.
Desde ahí se inició una cacería que duró 13 años. Fue capturado el 22 de febrero de 2014 en el puerto de Mazatlán (noroeste) y trasladado al penal de máxima seguridad de El Altiplano, en el Estado de México. En la captura participó la marina mexicana en colaboración con la DEA.
El 11 de julio de 2015 protagonizó otra fuga de película del penal del Altiplano. Esta vez se escapó a través de un túnel de una longitud de 1 500 metros que conectaba con la ducha de su celda y que fue cavado por hombres que trabajaban para él. Esto huida fue considerada una humillación para la presidencia de Enrique Peña Nieto.