A Chávez los precios se le disparan y la noche se le viene encima (y además con apagones). Él trata de ignorarlo, de autoconvencerse de que no es así y quiere taparlo todo para que la gente no se entere. Como si la gente no fuera al mercado. Él culpa a los medios. En especial a la TV, cuyos testimonios no se pueden borrar con discursos, arengas ni cadenas.
El remedio fue expropiar supermercados. Pero cuando hay libertad de información la mentira tiene “patas cortas” y mientras él daba la razón de sus actos, la TV mostraba a los empleados llorando y protestando ante la medida gubernamental.
Entonces, arremetió contra la televisión con la ‘ley mordaza’ bolivariana para justificar su nuevo avasallamiento de las libertades de los venezolanos.
Es que los canales censurados no solo no se prestaban a pasar sus discursos sino que se atrevían a mostrar lo que ocurre bajo el régimen chavecista.
La alternativa era silenciarlos y nadie debería sorprenderse de esta decisión. Es su política, como dijo El País en un editorial a raíz del nuevo silenciamiento de RCTV, “ni la libertad de expresión ni la disidencia son santos de la devoción de Hugo Chávez”.
El que parece que no leyó fue el canciller español Miguel Ángel Moratinos, para quien Chávez parece ser el presidente latinoamericano más democrático. “Probablemente -ha dicho- (es) el presidente latinoamericano que más consultas populares aguantó”. “El pueblo lo eligió”, añadió, pasando por alto lo que Chávez además de “controlar cada palanca del poder”, “confunde deliberadamente celebrar elecciones y ganarlas con la existencia de una democracia”.
Pero dejemos de lado por ahora los dichos y pareceres del Ministro español, a quien Zoe Valdez, escritora cubana en el exilio, ha calificado de “abyecto mensajero” de Rodríguez Zapatero y ha afirmado que su “cinismo no es comparable con nada”, y tampoco nos ocupemos del “llamado al diálogo” (¿entre el zorro y las gallinas?) del Secretario de la OEA, tan duro en el “caso Honduras” y tan “blandito” cuando se trata de los atropellos del Mandatario venezolano: el nuevo avance contra la libertad de expresión del comandante Chávez y el desparpajo del vocero que dijo que solo se trata de la aplicación de una ley.
Y precisamente es preocupante que haya quienes señalen la existencia “de esa ley” y hasta hablen de que las estaciones “no respetaron la normas legales”, para justificar la censura. Se trata de una ley ilegítima porque atenta contra los derechos humanos. Con ese argumento, la tortura sería legítima si existiera “una ley” que establezca que es legal.
Así como no es ni admisible la figura de la “obediencia debida” para justificar la tortura o violar los derechos humanos, tampoco lo debería ser una especie de “acatamiento debido” a semejante normativa chavecista. Da para alarmarse y reflexionar mucho.