Sin desplegar un juego muy vistoso, Deportivo Quito no tuvo problemas para imponer su condición de local ante un Espoli que se acerca a la zona del descenso.
Aunque la búsqueda de un resultado favorable que procurara la permanencia en la Serie A debió ser el motor del juego policial, el equipo afincado en Santo Domingo de los Tsáchilas careció de iniciativas desde del inicio.
Apenas iniciado el partido, el Quito dejó clara su intención de que los tres puntos se quedaran en casa, debido a su buen toque del balón en la media cancha.
No obstante, a los volantes les costó entenderse con los delanteros, pues la posesión del balón no se tradujo en llegadas de peligro al área rival sino hasta pasados los primeros 20 minutos de juego.
Fue entonces cuando los artilleros José Fernández y Néstor Ayala se volcaron al ataque, en espera de los centros de Luis Saritama y de Juan Carlos Paredes o de pescar algún rebote entre las atajadas del arquero Adrián Bone.
Pero el gol del equipo capitalino demoró en llegar, y cuando lo hizo en el minuto 36 no fue como producto de sus múltiples llegadas al área policial.
El tanto se originó a partir de un tiro libre que Saritama ejecutó desde el costado derecho y que encontró bien ubicado al volante Alejandro Castillo, quien apenas desvió de cabeza la trayectoria del balón para enviarlo a la red.
Inspirado con esta acción que le daba la ventaja parcial, el Quito siguió intentando vulnerar el arco de Bone hasta que lo consiguió en el minuto 47, justo antes del final del primer tiempo.
Ubicado a la izquierda del área, el mediocampista Fidel Martínez conectó de zurda un balón rasante que Fernández dejó pasar al ver que Martínez no tenía marca.
Pero si hasta antes de recibir los goles Espoli mostraba un fútbol desorganizado y muy poco ofensivo, la desventaja en el marcador con la que afrontó el inicio del segundo tiempo fue un golpe letal en el ánimo de los jugadores.
El técnico Carlos Calderón intentó dar una mayor dinámica al medio campo con el ingreso de Eduardo Espinoza y de Roberto cabezas, pero ninguno de ellos fue un aporte significativo.
El equipo renunció al ataque casi por completo, excepto por los esporádicos desbordes de Darío Bone y de Cristian Márquez por la banda derecha.
El Quito buscó afanosamente el tercer gol pero padeció la ineficacia de Martínez y de Castillo, cuyos remates salieron desviados o fueron contenidos por Bone.
Al final, los hinchas del Quito aplaudieron a su equipo.