En la Corte de La Haya se tramita una demanda por la delimitación marítima entre Chile y Perú. ¿Qué perspectivas tiene este proceso?
La demanda unilateral presentada por el Perú ha sido respondida por Chile. Tenemos la convicción de que todos los títulos jurídicos van a ratificar casi 60 años de ejercicio pleno de soberanía en un límite que ahora se cuestiona, pero ha sido respetado a cabalidad. El tema debe seguir en La Haya y no afectar a las relaciones.
¿Qué consecuencias para Ecuador podría traer una resolución a favor del Perú?Las acciones que tome o no Ecuador deben ser definidas sin presiones y sin ningún tipo de interferencia de otros estados. A Ecuador no le es indiferente el tema y pidió ser parte del diferendo. La Haya le dio la posibilidad de participar en mayo de este año y hay tres hechos que deben ser evaluados.
¿A cuáles se refiere?
A la presentación del Perú, en abril pasado en Naciones Unidas, donde planteó la reserva manifestando que no tiene límites marítimos con sus vecinos que son Chile y Ecuador. Quito deberá evaluar si es peligroso o problemático que el país que ha mantenido límites con Ecuador diga, ante la ONU, que no los tiene.
¿El segundo aspecto?
Es la carta que envió el presidente peruano Alan García. Se deberá ver si un documento de ese tipo tiene valor jurídico o no. Por último, Ecuador -en pleno uso de su soberanía- protocolizó su carta náutica y la envió al Perú. Hay que esperar para ver si son reconocidos esos límites. Las autoridades ecuatorianas deberán ponderar su posición y decidir cómo defienden sus intereses.
En su visita a Quito, el presidente Sebastián Piñera dijo que los destinos de Ecuador y Chile están atados en la demanda. ¿Eso es así?
Sin duda, los casos tienen similitud, pero solamente a Ecuador le corresponde evaluar el desenlace y cuánto tiempo le queda para plantear un tema que es parecido y donde pidió tener una opinión.
Usted asegura que este tema está en La Haya y que eso no debe afectar a las relaciones. ¿Cómo están los lazos de Chile con Ecuador y Perú?
Las relaciones no solamente entre Chile y Perú, sino entre Chile y Ecuador y con la región tienden a mejorar. Se conforma una vocación de integración. Las relaciones de la región son mejores hoy que ayer, lamentablemente estos hechos, no menores, enturbian lo que podría ser perfecto. Ojalá se respete el derecho internacional.
¿Se han hecho avances importantes en la integración?
Sí. La reciente conformación del Arco del Pacífico con la integración de México es una buena señal para proyectarnos juntos hacia Asia. Separados no valemos mucho. Si incorporamos a Brasil y a Bolivia nos da una potencialidad que no hemos tenido en 200 años. Además, hay que detener algunos aspectos de seguridad y que nos preocupa, como el tráfico de drogas, la gran violencia y el narcoterrorismo.
Este año, Ecuador no entró al Foro Económico Asia Pacífico (APEC)¿Por qué es importante este tratado?
Ecuador es un gran socio para todo tipo de relación que vincule con los países del Asia, por su posición geográfica, por su historia. El presidente Rafael Correa dijo que Ecuador era la ventana de esta región del mundo y lo es. Esta mirada no es a corto plazo. Tal vez Ecuador hoy día no sea una economía muy activa o que no tenga mucho que exportar. Pero si sigue haciendo las cosas con entusiasmo, lo va a ser. El destino natural de todos los países del Pacífico es el Asia y eso se logra integrando y toda asociación encuentra a Ecuador como un socio vital.
¿Cómo ve Chile la iniciativa de integración de Unasur?
Unasur es un acuerdo político y no económico. No hay que desechar nuestra presencia en la OEA. Cada pacto tiene una especificidad, una vocación. La OEA es importante para fortalecer los procesos democráticos, la Unasur también lo es.
¿Desde Unasur se pueden mejorar las iniciativas de seguridad regional?
Es una necesidad y tiene dos objetivos: mantener nuestra gran ventaja de ser una zona de paz. Y segundo, combatir lo que hoy día ha venido a reemplazar la antigua causa de la guerra: la droga y el crimen organizado. Se ve que desgraciadamente no estamos bien. Lo que hemos visto en Brasil, en México, en Colombia, es grave. Hay que combatirlo con democracia, con respeto a los DD.HH.