Redacción Guayaquil
Juan Villamar se negó a viajar a Estados Unidos para estar en la regata Guayaquil-Posorja, que se cumplió ayer, como es tradición cada Viernes Santo. No aceptó la invitación de una de sus hijas y prefirió embarcarse, una vez más, en la travesía que empezó cuando tenía 17 años. Hoy tiene 79.
Dos semanas antes de la competencia le pidió a su hijo, uno de los jueces de ruta, que lo llevara en su embarcación. Él accedió sin reparos para complacerlo.
La emoción empezó a ganar fuerza dos días antes de la partida. Villamar no quería ser un simple espectador. Decía sentir, a su edad, el arresto físico suficiente para remar como lo hizo desde 1948 hasta 1987.
Durante su carrera deportiva participó en 34 regatas, de las cuales ganó nueve: siete con el club Andes y dos con Portuaria.
La madrugada de ayer fue especial para el legendario remero. Su nieta Faima lo acompañó en el recorrido que duró siete horas. Los dos se sentaron en la canoa destinada por los organizadores y desde ahí Villamar observó cómo los competidores empezaban a preparar las 20 yolas que estuvieron en la competencia.
Su rostro reflejaba nostalgia. Más aún cuando los competidores se le acercaban a saludarlo y a pedirle que compartiera con ellos las estrategias que lo convirtieron en leyenda.
La última vez que el ‘Chivo’ Villamar, como lo conocen su amigos de remo, participó en la regata Guayaquil-Posorja fue en 1997. Lo hizo después de 10 años de su retiro de este deporte.
Su hijo formó un equipo para la competencia de ese año. Recuerda que, una semana antes de la partida, se enfermó uno de los remeros del grupo y tuvo que reemplazarlo. “Me dio pena que mi hijo y su equipo no compitieran después de verlos tan ilusionados”, recordó en medio de la espesa oscuridad del manglar, para luego advertir a los competidores que la marea estaba subiendo y que debían tener cuidado para no hundirse.
Cinco días de entrenamientos fueron suficientes para que el ‘Chivo’ regresara a la travesía que empezó cuando tenía 17 años.
En esa ocasión fueron últimos debido a que no estaban bien entrenados para este reto.
Villamar empezó a remar en 1948 en el equipo de Coca Cola. Sus primeras regatas fueron de distancias cortas, porque sus compañeros de equipo lo veían muy joven y pensaban que no tenía la respuesta física que exigían las 56 millas náuticas (95 km).
En 1949 y 1950 no hubo regata. Esos años, los remeros no llegaron a un consenso sobre si la competencia debía realizarse en dos etapas. Los deportistas temían perderse en los callejones del Golfo de Guayaquil, una de las zonas más difíciles de la prueba por la oscuridad del manglar y los brazos de mar que forman un laberinto que puede confundir a los navegantes.
Pero el ‘Chivo’ conoce el Golfo y sus callejones mejor que nadie. “Tenemos que ir por la orilla” le repetía constantemente a las embarcaciones que acompañaban a los competidores para que las olas no inundaran las yolas.
Su primera regata a Posorja fue en 1952, pero tuvo que esperar seis años para ganarla por primera vez. Los hizo con el club de sus amores: Andes. En 1962 Villamar empezó a consolidar su hegemonía en el remo de la provincia del Guayas y a escala nacional.
La mejor etapa de su carrera la vivió entre 1965, 1966 y 1967. En esos tres años Villamar y Andes dominaron la regata.
Un año después, el club Portuaria incorporó a su equipo a los remeros que habían acompañado a Villamar en la travesía desde su inicio. Eso lo obligó a dejar Andes y ese año corrió con Suntec.
En 1971 Villamar volvió a “mi viejo Andes”, como llama a su equipo. Ese año ganaron la regata. Los años que prosiguieron estuvieron marcados por la irregularidad, hasta que en 1979 sus mismos discípulos lo sacaron del equipo. “Dijeron que yo ya estaba viejo y panzón”. A esas alturas tenía 48 años.
Cuando dejó de remar se convirtió en juez de ruta para cuidar a los remeros en su trayecto.
La experiencia ha hecho que Villamar identifique los dos puntos más difíciles de la travesía: “Son los chupadores y el Carmelo”. Los chupadores es la intersección que hay entre el brazo de mar principal con los adyacentes. Ahí, la corriente succiona a las embarcaciones y provoca que se pierdan en medio del manglar y la oscuridad espesa que absorbe la visión y la borra por completo.
Ayer, cuando empezó a amanecer y en el horizonte aparecieron las luces diminutas del malecón de Posorja, los ojos se le llenaron de lágrimas. Recordó los tiempos en que la gente lo recibía como el ganador de la prueba.
Pero cuando se pasó las manos por el rostro, volvió a la realidad. Otros son los competidores y él es solo un espectador.
Abrazó a su nieta y alcanzó a decir: “Sé que, si no es el próximo año, volveré a remar algún día”.
Andes II ganó la regata de ayer
El club Andes II se coronó campeón de la 71 edición de la tradicional Regata de Guayaquil a Posorja, que se realizó ayer.
El equipo, integrado por Walter Gómez, Julio Arévalo, Jorge Almeida Carlos Gómez y John Guala, cronometraron un tiempo de 6 horas y 36 minutos. Ellos, a excepción de Walter Gómez, forman parte de la Selección de remo que dirige el cubano Ulises Lendes.
El segundo lugar fue para Cocodrilos Remo Club, cuyos integrantes ganaron la regata el año pasado. El equipo, en el que compitió Eduardo Dueñas, presidente de la Asociación de Remo del Guayas, llegó al malecón de Posorja en 6 horas y 46 minutos.
El tercer lugar fue para el equipo de la Comisión de Tránsito del Guayas y el cuarto para el de la Infantería de Marina.
Hay que destacar el hecho de que el equipo de los vigilantes partió en la posición 19, sin embargo, remontó en forma admirable para alcanzar la tercera ubicación. El récord de la prueba (6 horas, 25minutos y 59 segundos) no se batió en esta edición.