Es un libro de pasta azul, escrito por Rafi Srebro y Joaquín Dosil. En la portada dice ‘Ganar con la cabeza‘. Esa guía de entrenamiento mental aplicada para el fútbol tiene 283 páginas.
En ellas, los autores hablan del estrés, de cómo manejarlo para no volverse loco… Ese es uno de los textos en el que Carlos Sevilla encuentra las respuestas para algunas de sus inquietudes. A ese libro también acude en busca de calma, previo a los partidos de fútbol.
Con información de ese y de títulos como ‘Entrénate para la vida‘, ‘Efecto Guardiola’ y ‘La vida por el fútbol‘ de Marcelo Bielsa, el técnico ecuatoriano de El Nacional elabora las charlas para sus jugadores, y de paso se quita el estrés.
Sevilla se cansó de ir cine, ya no le gusta la ciencia ficción. En su época de colegial asistía a matiné, a los estrenos especiales y proyecciones nocturnas. Ahora, él prefiere leer para escapar de la presión. Lee en su dormitorio, en el complejo de El Nacional, en Tumbaco. En ese lugar guardas las ‘reliquias’ de las que aprendió a manejar el estrés. En su tableta guarda otra decenas de textos.
Controlar la famosa enfermedad del siglo XXI le ha permitido tener una relación cordial con sus dirigidos. Ya no llama la atención de sus jugadores utilizando palabras fuertes.
El estrés, “algo natural en el ser humano”, según el estratega, también se lo quita mientras dirige. Él, precisamente, es uno de los técnicos del medio que más interactúa con sus dirigidos desde el borde de la cancha. Desde el graderío se lo ve agitar las manos, moverse de un lado a otro y elevar el tono de su voz hasta que sus jugadores entiendan lo que les pide.
Desahogarse al pie del gramado le permite sacar las ‘malas’ energías antes de volver a casa.
Cuando llega algo molesto, la inocencia de Thiago, el tercero de sus nietos, le devuelve la tranquilidad por completo. A esa inocencia se suman las ‘locuras’ de Antonella y de Carlos Alejandro.
Jugando con ellos, el DT se olvida de los malos resultados y de los problemas económicos por los que hoy atraviesa El Nacional. “Dejo de lado los problemas del fútbol, pero no el fútbol“, resalta Sevilla, mientras descansa de una larga jornada, el pasado viernes.
Sentado sobre uno de los graderíos del complejo de se lo ve sereno, sonríe… Se da tiempo para hablar de las necesidades de sus jugadores y para decir que además de recordarles que son buenos jugadores, también necesitan de ese estímulo económico que está tardando en llegar en el equipo de los puros criollos.
Cuando cierra las portadas de esos textos, apaga la tableta y llega a casa, entre semana, Sevilla se olvida del mundo mimando a su nieto de 4 meses, conversando con sus hijas y su esposa.
Cuando vuelve a casa después de un resultado negativo, el DT prefiere callar, darse un duchazo y descansar. “Creo que esto es un punto negativo de mí“.
Mantenerse en silencio en los momentos difíciles lo relaja, al igual que lo hacen las conversaciones con sus primos.
Con ellos también habla de fútbol, analiza cotejos del torneo nacional y de otras ligas. Y cuando la noche está más animada, mueve su cuerpo para desestresarse. Aprendió a bailar pasillo mirando a sus abuelos. La salsa, merengue y reggaetón lo aprendió por cuenta propia. Entre carcajadas admite que “lo que no he puesto mucho en práctica es el perreo”.
La natación, la terapia para ‘matar’ dos pájaros de un tiro
El 9 de noviembre, después de que Universidad Católica empatara 2-2 frente a Liga de Loja, Jorge Célico salió del estadio Olímpico Atahualpa, fue a su casa, tomó una toalla, su terno de baño y saltó a la piscina del complejo Kaersam, en el norte de Quito. Estaba ofuscado.
¿La razón? Por tercera ocasión consecutiva, Católica había sumado un punto, después de la goleada que le propinó Emelec (6-0) en el estadio George Capwell.
La única forma de calmarse, alejar la presión y dejar de lado el estrés, era darse un chapuzón, de esos que acostumbra darse entre semana, después dirigir un entrenamiento.
Inicialmente, Célico iba a la piscina por sugerencia del médico, para aliviar el dolor que le produce la artrosis en su cadera.
Con el paso del tiempo, el DT se dio cuenta del poder que tenía el agua para calmarlo y desestresarlo. Hace tres meses finalmente se convirtió en socio de ese complejo.
Célico va a ese lugar dos o tres veces a la semana. El pasado viernes llegó después de dirigir una práctica en Lumbisí. Llegó a las 16.00, y tenía previsto salir del agua después de dos horas.
El estratega de Católica conversó con este Diario a su llegada al complejo. Dijo entre risas que no quería ser fotografiado en terno de baño. Hacerlo significaba perder toda su privacidad.
A pesar de tráfico vehicular que azota a la capital a esas horas, al estratega argentino no se le pasa por la cabeza faltar a su cita con la natación. Bajo el agua se relaja, se desconecta del mundo, de su celular… Cuando sale de la piscina y regresa a casa, ya más tranquilo, Célico termina de relajarse junto a su esposa e hijo. Con el pequeño Diego juega, va al cine, al parque más cercano de su casa…
El DT va a una función del cine cuando hay un estreno interesante. Cuando lo que está en la cartelera no le llama la atención, prefiere aprovechar su tiempo libre para pasar con su familia en casa. Vive en el valle de Los Chillos.
No le gustan las fiestas. Cuando tiene visitas, se relaja tomando mate, compartiendo un asado y jugando al truco (cartas).
Con el ejercicio desfoga la presión de la semana
25 ó 30 minutos de trote le bastan al estratega uruguayo Pablo Repetto, de Independiente del Valle, para dejar la presión de lado y llegar lúcido a un encuentro de fútbol.
La manía de correr nació por la necesidad de hacer deporte para mantenerse en forma y para dirigir con ‘cabeza fría’ a sus dirigidos.
Él se viste de corto y se pone zapatillas antes de cada cotejo. Cuando el equipo juega en el estadio de Sangolquí, el DT corre alrededor de ese escenario deportivo. Pero cuando Independiente juega de visita busca un espacio verde para desahogarse.
En varias ocasiones le ha tocado trotar sobre una máquina, en un gimnasio de un determinado hotel. La vez que viajó a Venezuela para enfrentar al Deportivo Anzoátegui, por un partido de la Copa Sudamericana, salió a las calles para liberar las tensiones. “El hotel estaba bien, pero no había un lugar para trotar. Así que salí”.
Cumplir con esa rutina es vital para sentirse a gusto en el borde del área técnica. Cuando llega sin correr, el DT cuenta que se pone tenso, está inconforme.
Otra forma de descargar la tensión de la semana es refugiándose en su familia: su esposa y dos hijos. El menor tiene 7 meses y nació en Ecuador. El segundo nació en Argentina y es hincha de Independiente del Valle. “Siempre dice Independiente, Independiente“.
Estas ocurrencias también forman parte de la terapia familiar que le ayuda a dejar de lado las preocupaciones y la presión. Actualmente, Independiente del Valle lucha con Católica para clasificarse a la final del torneo nacional. Un sueño para los ‘Rayados’.
Repetto no va al cine, no juega al truco, tampoco toma mate, la bebida que identifica a los uruguayos. Entre risas, el DT dice que “soy un desastre. Ni parezco uruguayo”.
Lo que sí le gusta al técnico es degustar de un buen asado. Aunque dice que casi no tiene amigos que compartan ese gusto. Las pocas reuniones las realiza con los integrantes de su cuerpo técnico.
Pero para el estratega que busca clasificar a su equipo a la final del torneo nacional, la mejor terapia la encuentra hacer lo que le gusta: dirigir. Repetto está feliz con el momento que vive en el equipo de Sangolquí. “Estoy contento aquí. Me gusta el país”.
La paralización del torneo por los partidos amistosos que cumple la Tricolor, en Estados Unidos, previo al Mundial de Brasil 2014, también le ha ayudado al DT a olvidarse de la tensión.
El pasado viernes, el DT dirigió a su equipo sereno. Antes, conversó con Santiago Morales, gerente del equipo, en un costado del gramado. Al final, dio una demostración de lo que hace antes de cada partido: trotó. En cinco minutos de actividad ya se agitó. “Y viste, es que esto si cansa“.
A falta de tres fechas para que termine el campeonato nacional el estrés se apodera de los DT y jugadores que luchan por pelear el título con Emelec, lograr un cupo para participar Copa Libertadores o Sudamericana y para mantener al equipo en la categoría de Privilegio. Aunque cada técnico cumple con una actividad diferente para liberarse del estrés, los tres coincidieron en que permanecer con la familia es la mejor terapia.