Este diario conversó en el 2008 al periodista deportivo Carlos Efraín Machado. A continuación un extracto de la entrevista.
Durante 45 años, ud. fue uno de los radiodifusores más escuchados, sobre todo en Quito. ¿Cómo vive esa abstinencia de fútbol, después de haberse retirado?
Creo que en la vida como en el deporte hay ciclos. Pienso que cumplí mi trabajo, aunque a veces me dan ganas de volver a coger el micrófono. Pero sé que ahora es más difícil, que la gente me va a pedir más. Si no relato bien, van a decir ‘el Machado ya no relata como antes’. No quiero eso.
¿La gente le pide que vuelva?
Sí. Me dicen ‘Carlitos vuelva. ¿Por qué se fue? Extrañamos su relato’. Pero cuando me retiré lo consulté con mi esposa Juanita y mi familia. Estoy seguro que ya cumplí y que había que darle paso a mis nietos y a la nueva gente de la Nueva Emisora Central. Ellos tienen que ser mis reemplazos.
Usted se formó en la práctica como radiodifusor. Pero ¿cuándo se dio cuenta que le gustaba, que iba a vivir de esto?
Cuando tenía seis o siete años. Iba al estadio de El Arbolito, copiaba las alineaciones y después iba a mi casa, me imaginaba partidos y los narraba. Mi abuelita me veía preocupada e incluso le dijo a mi mamá que me haga chequear porque estaba loco. Después cuando jugaba partidos también relataba las incidencias. En el España (equipo que jugó los torneos provinciales en la década de 1950) mis compañeros decían que estaba mal (risas).
¿El relator nace o se hace?
Para mí nace y va de la mano con la pasión por el fútbol. El deporte es una emoción y pasión muy intensa.
¿Qué es ser un buen relator?
Es tener precisión en los datos, transmitir las emociones, meterle pasión a la narración, hacer que la gente vibre con ese partido, con el momento.
Su estilo caló más en las clases populares. ¿Por qué?
Porque yo soy del pueblo. Nací en la Loma Grande y me eduqué en el Mejía y el Dillon. A la gente le gustó mi relato porque era emotivo, cercano y real.
En la década de los 70 y 80, sus chistes y arengas eran celebrados en el estadio Atahualpa. ¿Qué recuerda de eso?
Es cierto. La gente festejaba mis ocurrencias. A veces contaba chistes en la transmisión y toda la general se reía porque me escuchaba por la radio. En otras ocasiones pedía que la gente haga la ola o que griten ‘Ecuador, Ecuador’. Son recuerdos imborrables.
Muchos de esos recuerdos han ido de la mano de su emisora, la radio que usted fundó en 1975. Nueva Emisora Central no solo es mi radio. Lo ha sido todo para mí junto a mi esposa y mi familia, por supuesto. Trabajé en radio Central, Gran Colombia, Tarqui. Pero mis mejores años pasaron en Nueva Emisora Central.
Usted estuvo en ocho mundiales desde México 1970 hasta Alemania 2006. ¿Desde esa época, en qué ha evolucionado el fútbol?
Mucho. Para mí, ahora el fútbol de ahora es mejor, hay buena técnica, mejores estrategias y un espectáculo más vistoso. Hay gente que dice que antes se jugaba mejor, pero yo no creo. Había poco profesionalismo y menor exigencia. En el caso ecuatoriano, nuestra evolución fue tal que pudimos estar en los dos últimos mundiales.
Es cierto que una anécdota con Pelé fue unas de las que más apuros le causó en una las coberturas de las Copas del Mundo. En 1970 entrevisté por primera vez a Pelé, que fue la estrella de ese torneo. El ‘Negro’ sufría para entender mis preguntas y yo sufría porque no entendía sus respuestas. Tratamos de entendernos con señas.
Asumo que fue especial para usted mirar a la Tricolor en Japón y posteriormente en Alemania. Fue una emoción inexplicable. Cantar el Himno, mirar la Bandera, ver las 11 camisetas amarillas. En mi caso también fue el corolario de una carrera que me hizo conocer todo el mundo.
¿Cómo mira el rendimiento de la Selección en esta eliminatoria?
Contrario a lo que muchos dicen, la veo bien y mejorando. Empezamos mal, pero nos estamos recuperando. Soy optimista y confío en las condiciones técnicas y la experiencia que hemos adquirido en este tiempo.
Una de las frases que lo caracterizó fue aquella de ‘la bendita pelota de fútbol’. ¿Cómo surgió?
La dije un día que estaba narrando un partido y hubo un golazo. Gritaba el gol y decía que la bendita pelota le da gracias al autor del gol porque la trató bien. Ella no se quejó. Bendita pelota te amo, te respeto, te quiero y te venero.
¿Por qué es bendita la pelota?
Porque a mí me lo dio todo. Me hizo conocido como periodista, como radiodifusor y como amigo de los jugadores, técnicos y dirigentes.
Por esa pelota recorrió el mundo… ¿Cuántos países conoció en los 45 años de su carrera?
No recuerdo la cifra. Pero el único continente que no conocí fue África. Estuve en Europa, Norteamérica, toda Sudamérica, Asia, Oceanía…
¿Como son sus días ahora?
Me despierto a las 07:00, escucho la radio y me levanto. A veces voy a la emisora. En la tarde hago trabajos de gimnasia por recomendación médica.
Finalmente, ¿cómo quiere que lo recuerden?
Como un hombre tranquilo, como un periodista que supo darle valor al deportista, respeto al aficionado y afecto al dirigente.
“Cuando entrevisté a Pelé, él no hablaba español ni yo portugués. Tuvimos que entendernos por señas”.