La otra noche regresaba con unos amigos de Ambato hacia Quito. Ellos como visitantes me preguntaban si ya estábamos en el Distrito Metropolitano y desde dónde empezaba la capital. Vimos con mucha emoción la ampliación de la carretera y los trabajos que avanzan.
Nos sorprendió el tramo desde el Puente de Jambelí hasta Machachi, parecía Miami, todo señalizado, bien pintado con esas cosas que brillan en la obscuridad, ¡una maravilla! Asimismo, el tramo desde Tambillo hasta la curva de Santa Rosa cuatro carriles, parterres, pasos peatonales, etc. Seguíamos en el viaje cuando de pronto todo se oscureció, desaparecieron las líneas, las luminarias apagadas, había un poco de neblina y empezaron los baches. Será esto Quito? ¿Nos merecemos esto?
El choque es brutal, de una carretera del primer mundo caemos a una Simón Bolívar descuidada, sin señalización, con obras inconclusas, carriles a medias, infinidad de huecos, maquinaria en la vía víctima de un Municipio ineficiente. Ahí cuando caímos en más huecos les dije a mis amigos decepcionado: ¡Bienvenidos a Quito!