Con ocasión del primer centenario del asesinato de Eloy Alfaro y sus compañeros de ideales y de luchas que lo recordaremos el 28 de enero de 2012, Diario EL COMERCIO está publicando -en 10 fascículos semanales- ‘El Crimen de El Ejido’; contiene “una visión crítica del asesinato”, con la colaboración de historiadores destacados.
A su vez, el escritor Galo René Pérez, en ‘Eloy Alfaro y Juan Montalvo. Grandeza de la acción y de la palabra’, hizo un breve estudio comparativo de los dos ecuatorianos egregios. Alfaro tuvo como principal opositora a la derecha oligárquica y clerical, que hizo un mal uso de la fe religiosa. Pérez nos refresca la memoria sobre las beatas manipuladas y fanáticas que repetían como letanía: “De Eloy Alfaro, ¡líbranos, Señor!”; amén de “indio hereje”. La revolución comandada por el manabita promovió el laicismo; es decir, la libertad de credos e ideas en la labor docente; abolió el concertaje indígena; construyó grandes obras públicas; en fin.
Juan Montalvo, escritor de fuste, “poeta de la prosa”, en más de un tratado arremetió contra la práctica de cierto clero sectario, fanatizado y pervertido; jamás se fue contra dogmas de fe y la doctrina de la Iglesia Católica, como así lo hizo notar el escritor José Enrique Rodó, según expresa mención de Galo René Pérez. El arzobispo de Quito, José Ignacio Ordóñez, mediante Carta Pastoral (1884) prohibió la lectura de los ‘Siete Tratados’ de Montalvo, y se le amenazó con la excomunión. La respuesta del inmortal ambateño fue ‘Mercurial Eclesiástica’; obra genial por la verdad, la sátira y la ironía. Galo René Pérez señala que Emilia Pardo Bazán, novelista española, le dijo a Juan Montalvo que él tenía: “Alma religiosa y pensamiento heterodoxo…”. Su respuesta fue: “Sí, sí, esa es la verdad: Mi alma está llena de Dios, de inmortalidad, de gloria eterna, de codicias infinitas. La manera como los hombres han dispuesto y arreglado las cosas del cielo, eso es lo que no cabe en mi pensamiento y en mi conciencia. Unos católicos me llaman impío, otros malvado; solamente la autora de la ‘Vida de San Francisco’ dio en la cabeza del clavo: “Alma religiosa y pensamiento heterodoxo”.
Igual podríamos calificarlo al General Eloy Alfaro, cuya memoria evocamos.