La obra ‘El Cosmopolita’ de Juan Montalvo incluye entre sus capítulos uno que trata acerca de la libertad de imprenta. En él, el ilustre ambateño, manifiesta que: “…la prensa es el árbol de la vida, si la vida social es la instrucción, la ciencia, los adelantos físicos y morales. De aquí es que en las naciones ilustradas ha de haber imprenta libre, o los que las tienen en sus manos son verdugos ciegos, enemigos de la Providencia que gusta de la luz. ¡Imprenta! ¡Imprenta! Arrebatando los bienes de fortuna, arrastrando a guerras injustas, aherrojando en mazmorras, pero dejando hablar”.
Con la mordaza impuesta a otra destacada periodista de televisión, se ha conseguido acallar una voz que se manifestaba desde una visión distinta a la del Gobierno.
¿Por qué no le dejaron que continúe hablando como sugiere Montalvo? Si ella estaba equivocada con sus investigaciones, ¿por qué no lo demuestran? ¿Acaso la verdad duele y afecta tanto? ¿Es que tienen miedo a que se haga público un acto de corrupción como el denunciado por la periodista?
Antes silenciaron a Vera, luego a Ortiz; enjuiciaron a los autores del Gran Hermano y al Diario El Universo, ahora a Janet Hinostroza, ¿mañana a quién? ¿Estamos condenados a que la única opinión periodística que sirva sea la de Carlos Ochoa y de los medios públicos?