La historia está escrita. No traten de reescribirla. Menos ustedes que han enarbolado la bandera de un populismo rampante con claros ribetes fascistas y que de izquierda no tienen nada.
Alfaro y sus generales, entre ellos mi bisabuelo Ulpiano Páez Égüez, murieron por sus ideales. Sus esfuerzos se orientaron a provocar profundas transformaciones. Jamás se les hubiera ocurrido inventarse juicios para hacerse millonarios ni controlar jueces ni negociar sueños a cambio de cargos públicos ni montar una institucionalidad ficticia para que la corrupción florezca con la misma intensidad que los odios de quien ha convertido sus traumas infanto-juveniles en políticas de Estado.
Dejen a nuestros héroes descansar en paz. Pretender utilizar con fines electorales su memoria y trayectoria histórica es un repugnante despropósito. Preferimos que ustedes se callen, que guarden un respetuoso silencio en lugar de esta parafernalia fétida que raya en lo ridículo, destinada al culto a la personalidad de su líder para que se sienta como el difunto dictador norcoreano.
Basta. Déjenlos descansar en paz. Lo que quieren en el fondo es que la gente crea que es Alfaro desde ultratumba el que se parece a Correa. Tamaño dislate. El pueblo no se tragará esta rueda de molino. Con su disparate solamente provocan que muchos, miles, sueñen en taparles la boca y ojalá para siempre.