La polémica sobre las extenuantes condiciones laborales que soportan los trabajadores chinos proveedores del gigante tecnológico Apple vuelve a la palestra.
Un reportaje del prestigioso diario estadounidense The New York Times, publicado el pasado 26 de enero y titulado “In China, human costs are built into an iPad” (“En China, los costos humanos están incorporados en un iPad”), revela el espeluznante coste humano que han tenido productos como el iPhone o el iPad en los últimos cuatro años y cómo la empresa ha obviado esta situación para mantener una producción y precios competitivos.
Dos reporteros de The New York Times indagaron las condiciones reales que atraviesan día a día los trabajadores de las fábricas que producen los iPad, iPhones y demás productos de Apple en China. Charles Duhigg y David Barboza parten de la explosión que en el pasado mes de mayo costó la vida a Lai Xiaodong y a otros trabajadores en una de las plantas de Foxconn, ubicada en Chengdu, sudoeste de China.
“Seis meses antes, Xiaodong, un joven de 22 años, se había trasladado a Chengdu para convertirse en uno de los millones de engranajes humanos que abastecen el sistema de fabricación más grande, rápido y sofisticado de la Tierra. Ese sistema ha hecho posible que Apple y centenares de empresas más fabriquen dispositivos casi con tanta rapidez como podemos soñarlos”, relatan los periodistas en su reportaje.
Según se desprende de la investigación, el accidente fue debido a las deficientes condiciones de trabajo en la planta y no a un simple error humano.
A partir de ahí los reporteros indagan sobre el coste humano que supone la producción de los productos de Apple. Lo más interesante es que incluyen entrevistas, manteniendo el anonimato de sus interlocutores, en las que han hablado tanto con ex ejecutivos de la compañía de la manzana mordida y de sus proveedores, como con directivos actuales de la empresa. El repaso de los periodistas de The New York Times por todos los incidentes de las fábricas tecnológicas de la zona de Shenzen es devastador.
Explosiones, intoxicaciones, trabajadores que viven hacinados al lado de las empresas, jornadas interminables sin días de descanso y todo ello ante una aparente impasividad de la compañía californiana. Duhigg y Barboza recuerdan que Apple tardó un año en indemnizar a los 137 trabajadores intoxicados en la empresa Wintek, encargada del sellado de la pantalla del iPad, después de recibir una gran presión por parte de numerosos grupos y abogados defensores de los derechos humanos. Según el reportaje, en la última década Apple se ha convertido en una de las empresas más poderosas, ricas y prósperas del planeta, en parte gracias a su dominio de la fabricación internacional. “Apple y sus homólogas en el campo de la alta tecnología – así como docenas de sectores estadounidenses más – han alcanzado un ritmo de innovación que prácticamente no tiene parangón en la historia moderna”.
No obstante, dicen los autores, el personal que monta los iPhone, los iPad y otros aparatos a menudo trabaja en condiciones muy duras, según los empleados de esas plantas, defensores del trabajador y documentos publicados por las propias empresas. Los problemas van desde unos entornos laborales insoportables hasta problemas de seguridad graves y en ocasiones mortales.
“Los empleados hacen demasiadas horas extra, a veces siete días a la semana, y viven en residencias abarrotadas. Algunos aseguran que permanecen tanto tiempo de pie que se les hinchan las piernas y apenas pueden caminar. Trabajadores menores de edad han ayudado a fabricar productos de Apple, y los proveedores de la empresa se han deshecho indebidamente de residuos peligrosos y archivos falsificados, según informes de grupos activistas que, dentro de China, son considerados observadores fiables e independientes”.
Duhigg y Barboza señalan que Apple no es la única empresa de productos electrónicos que hace negocio dentro de un sistema de suministro problemático. Se han documentado pésimas condiciones laborales en fábricas que suministran productos a Dell, Hewlett-Packard, IBM, Lenovo, Motorola, Nokia, Sony, Toshiba…
Otro episodio ha ocurrido en Shenzen, donde trabajan 420 mil trabajadores de Foxconn, un inmenso grupo industrial con sede central en Taiwan que ensambla todo tipo de productos electrónicos, desde videoconsolas a móviles o portátiles para marcas como Nokia, HP, Dell o Apple. Desde el 2010 sus trabajadores han protagonizado una ola de suicidios que ha estremecido a la urbe. Los reportes hablan de 18 suicidios vinculados con el trabajo.