Hay que tener valor y el coraje necesario para extraer lo mejor de nosotros mientras seamos útiles a la sociedad, este es el único camino para alcanzar la felicidad y sentirse realizado. Cuando las personas llegan a la tercera edad o la vejez no se las puede considerar como caducos, inútiles o sin criterio, muchas personas adultas con gran conocimientos y experiencia han sido despedidas de sus trabajos para evitarse el pago de la jubilación general, patronal o proporcional, fruto de muchos años de trabajo y dedicación y quedan en la desocupación, esto les obliga a buscar la manera de sobrevivir a más de reclamar sus derechos conculcados. Mientras la improvisación se apodera de la administración pública, a esto se suma el aparecimiento de tramitadores que para “ayudarles” a reclamar sus liquidaciones o mejorar sus pensiones jubilares, les cobraran grandes cantidades de dinero para realizar “trámites”, a más de que con engaños son obligados a firmar documentos para ser notarizados donde se autoriza el descuento de altos porcentajes si logran el reconocimiento de sus liquidaciones. Resulta doloroso saber que personas de la tercera edad (algunas con enfermedades terminales), por estos despidos intempestivos llevan una vida llena de preocupaciones, angustia y ansiedad permanente.
Este “cambio de época” ha sido aprovechado por astutos tramitadores, quienes se apoderan de sus pensiones y ahorros sin ningún escrúpulo. Actos de corrupción en contra de las personas de la tercera edad deben ser denunciados ante las autoridades competentes.