No hay computadoras en la escuela Ciudad de Quevedo. Por eso los estudiantes deben aprender sobre la materia en la pizarra que está en la pared del aula.
Ahí, el profesor dibuja la computadora para que los niños tengan una idea. El plantel está ubicado en la zona rural de La Concordia.
Joaquín Morales, prorrector de la Universidad Tecnológica Equinoccial (UTE), asegura que la falta de equipos y profesores es una constante en el sistema educativo, pero que en el área rural el problema se acentúa. “Los bachilleres salen con vacíos grandes en varias materias, especialmente las relacionadas con las tecnologías. Llegan al colegio o a la universidad, en algunos casos, sin saber cómo prender el equipo”. Y esto pasa luego factura a los estudiantes.
De cada 100 personas que se inscriben para dar la prueba de ingreso a la universidad que él preside, solo pasan 50 al propedéutico. Luego de seis meses de preparación quedan apenas 25 alumnos. Esto -agrega- ocurre en la mayoría de universidades.
Liliana Gómez, por ejemplo, intentó ingresar a la universidad pública Luis Vargas Torres, de la Concordia. La carrera de Derecho le atraía pero no pudo con la prueba de ingreso. “El examen fue en computadora y con un tiempo límite. Yo fui demasiado lenta, no estaba familiarizada con ese mecanismo de evaluación. No alcancé a contestar todo y no aprobé”.
Ahora está casada y tiene una niña. Los estudios quedaron en segundo plano mientras su situación económica mejora.
En Santo Domingo hay 313 establecimientos en la zona rural. En la mayoría hay deficiencia en equipos y profesores especializados en materias relacionadas con las nuevas tecnologías de la comunicación. Según la Dirección de Educación Provincial, no se cuenta con el detalle de cuántos docentes hacen falta ni de las condiciones de todas las escuelas.
En el plantel Antonio Alomía Llory, del recinto La Villegas, hay 450 estudiantes para siete profesores que tienen problemas para dominar los equipos de computación. Ahí hay un aula de computación con ocho monitores conectados en red a una sola computadora, que es la que sirve.
El maestro conduce la máquina matriz. Los niños y niñas observan detenidamente los movimientos que el cursor produce dentro de la pantalla. Nunca pueden estar en contacto directo con el aparato, para familiarizarse.
Esta semana se espera levantar un diagnóstico de la situación educativa en La Concordia (que acaba de ser reconocida oficialmente como parte de Santo Domingo), para intervenir las escuelas, según la Dirección Provincial del Ministerio de Educación.
“Es difícil llegar a todas las escuelas”, dice Polonia Castillo, directora provincial de Educación. “El problema de la falta de maestros especializados en las unidades educativas rurales viene desde gobiernos anteriores”.
El Estado -agrega- debe dar una salida, pero no todo es tan rápido. El próximo año se espera incorporar al sistema educativo profesores con perfiles especializados.
Mientras se da respuesta, los niños y jóvenes deberán aprender con los recursos disponibles. En la Unidad Educativa Luis Ribadeneira, de la parroquia Julio Moreno, la informática estaba en su oferta académica. Pero desde hace dos años se dañaron las computadoras y no se han podido reparar.
Los alumnos reciben clases en la pizarra y deben buscar una máquina en casa o en la ciudad para poder practicar.
Los padres de Sandra Sánchez, alumna de ese plantel de 16 años, incluso están tramitando un crédito para adquirir un computador portátil. “Tengo que prepararme para cuando me toque el ingreso a la universidad”.
Según Castillo, el Ministerio de Educación trabaja en un nuevo modelo de gestión basado en zonas, distritos y circuitos que permitirán una mejor coordinación con las instituciones educativas. En Santo Domingo hay dos distritos. Debe hacerse un plan de trabajo anual para cada uno y responder a las necesidades.
Pero Fabián Bosques, director de Talento Humano de la unidad educativa Valle Hermoso, afirma que ese modelo de gestión aún no ha cuajado en la provincia. En su plantel tiene entre 45 y 50 estudiantes por curso.
Cada año alrededor de 40 adolescentes no pueden ingresar al colegio. No tienen las aulas suficientes ni los maestros especializados en nuevas tecnologías.
En cambio en la escuela José de la Cruz, de La Villegas, en La Concordia hay 14 establecimientos que dependen económicamente del Ministerio de Educación de la provincia de Pichincha, porque cuando Santo Domingo se hizo provincia, no se formalizó su cambio. Pero en papeles aún responden administrativamente a Esmeraldas. “Nos sentimos abandonados”, dice Luis Ortiz, director de la institución. “¿A quién pedimos equipos y profesores?”.
La capacitación
Hace cinco años, las universidades tsáchilas se unieron para capacitar a los maestros fiscales. Dieron dos cursos, pero no asistieron aduciendo que no les servía para su categorización.
Las universidades Tecnológica Equinoccial, Católica y Autónoma de los Andes crearon un propedéutico especial donde se llenan los vacíos del alumno.
En La Concordia, el Gobierno inauguró una Unidad del Milenio, pero no tiene Internet y faltan obras de infraestructura.