Curiosos estos maestros y modelos de democracia que están dedicados a dar cátedra en viajes y entrevistas, sobre qué es o no es democracia. Aquellos que auparon la disolución de un Congreso, bueno o malo, pero elegido dentro de las normas constitucionales ahora se desgarran las vestiduras cuando un legislativo, en el caso del Paraguay, decide aplicar una norma constitucional para destituir a un Presidente.
Aquel que utilizando los más oscuros resortes del poder hace que un Legislativo provincial, como el de Cotopaxi, destituya al prefecto Umaginga ahora trata de articular todo un movimiento continental para aislar y castigar a un país como Paraguay que, con justicia o no, hace exactamente lo mismo.
Curiosos estos autodenominados maestros de democracia, que ahora pretenden dictar doctrina sobre lo que es un golpe de Estado. Curiosos porque diferencian a golpes que son “buenos” de los que son malos. Son buenos cuando el que cae es un derechista entregado al imperio como Gutiérrez y malos cuando derrocan a amigos como Lugo.
Curiosos estos pontífices de la democracia que dedican horas de sus agresivos sermones para defender a sus amigos de La Habana, Teherán y Trípoli bajo el argumento de que existen “otras democracias” pero que la víspera de viajar a una cumbre para hablar sobre legitimidad democrática visten con mantel largo a la mesa de Carondelet para recibir a emblemas vivientes del oscurantismo como Alexandr Lukashenko, admirador declarado de asesinos como Milosevic.