Perdido entre una pila de carpetas se encontraba ayer Luis Flores, encargado de la Comisaría Primera de Policía del cantón Guayaquil. Esta es una de las más activas de las cinco comisarías de la ciudad, con la recepción de alrededor de 45 denuncias diarias.
Flores, secretario de ese despacho, fue designado como comisario temporal tras la renuncia del titular César Hurtado. “No sabemos cuánto tiempo estaremos encargados, nadie nos ha dicho nada todavía”, decía ayer el encargado del despacho.
La repentina renuncia de los cinco comisarios de Policía de Guayaquil, la mañana de miércoles, no alteró ayer el flujo de denunciantes. A Tanya González, asistente administrativa, le encargaron la Comisaría Quinta. “Tengo que revisar las denuncias, ponerme al tanto”, decía ayer revisando nerviosa los cajones de un viejo escritorio.
El Ministerio del Interior inició el pasado miércoles una auditoría al trabajo que desarrollaron los cinco ex comisarios. Ese trabajo se suma a la revisión de expedientes y archivos de los ex funcionarios que realiza la Secretaría de Transparencia, adscrito a la Presidencia.
El fiscal general Galo Chiriboga fue crítico sobre ese trabajo. “Me parece bien que (la Secretaría) lo haga, pero eso es una tarea fundamental de la Fiscalía. La Función Ejecutiva tiene que entender que las tareas de investigación de los delitos le corresponden a la Fiscalía General”, precisó Chiriboga.
Los ex comisarios renunciaron bajo el argumento de que eran investigados por policías sin un pedido fiscal. No obstante, sobre ellos existen denuncias por presunto abuso de autoridad y actos de corrupción.
El Ministerio del Interior dispuso ayer que ningún documento o mobiliario fuese retirado del edificio donde funcionan las comisarías.