Cuando se conmemora 200 años de la independencia de la emblemática ciudad de Guayaquil, todos los ecuatorianos estamos orgullosos de contar en nuestro territorio patrio con tan bella y gallarda ciudad, cuyos ciudadanos integrados por grupos humanos provenientes de diversas latitudes: españoles, portugueses, italianos, alemanes, chinos y libaneses, entre otros y principalmente provenientes de todas las latitudes del país, han conformado una comunidad heterogénea, profundamente unida, que se identifica plenamente con sus mejores afanes de progreso y adelanto.
Guayaquil ha sido y es símbolo de civismo, de patriotismo, de integración nacional. Es ejemplo de valentía, de gallardía, emporio de bellas e inteligentes mujeres y hombres aguerridos con total decisión por los grandes objetivos para el progreso, a cuyos afanes siempre han contribuido todas las instituciones públicas y generosamente los ciudadanos de todas las provincias del Ecuador; ejemplo demostrado en la última gran afectación, provocada por esta insólita pandemia que apareció con mayor fuerza en esa ciudad y que para solventar este terrible mal, acudió todo el poder nacional a colaborar con las importantes y oportunas decisiones tomadas por las autoridades locales.