Atrevido este guambra, de pequeño era el niño tonto de la clase, pero mira hasta donde ha llegado, comentaban el chisme las vecinas. Al parecer los santos encomendados por su madre lo han favorecido. Aun sin conocer que son santos de carne y hueso, y más efectivos que los de la divinidad, que los obligan a trabajar: “Ayúdate que yo te ayudaré”. Estamos encomendados a santos, pero regidos por ángeles o demonios que persuaden y perturban la tranquilidad. Uno de estos angelitos se convirtió en el Robespierre del terror, que hizo lo que fuera para mantenerse en el poder; desde entonces asomaron los nuevos ricos y tejidas redes de la corrupción. Que hasta ahora aparecen los mercachifles de la salud y otros, a consecuencia de la pandemia del virus y al estrellarse la avioneta. Provocando aún más la crisis del país hasta el descalabro y continuar en este Gobierno.
Con los milagros es algo parecido en alcanzar lo deseado. Algo me ha sucedido, me ha caído del cielo, es una evidencia divina, es un milagro. Parecería decir la actual electa Vicepresidenta, pero un santo cura salió al paso, hija mía, los milagros en la politiquería son llamados cálculos políticos, tú das algo y recibes algo, a sabiendas que la terna no se devolvía y los legisladores enojados votaron. Qué más quisiéramos dar buenos deseos, pero la realidad es diferente, cuarta vicepresidenta, que, sin pecar de ofensivos, no compartimos su sacrificio. Sin embargo, hay algo agradable que se avista, y no precisamente santos y milagros, sino una férrea voluntad de exigir que se cumplan los mandatos del pueblo, y hacer que paguen los responsables, chicos y grandes con la cárcel y confiscar sus bienes mal habidos.