Imagen referencial. Los códigos QR conectan dos mundos: el físico y el digital y permiten entrar en una aplicación informática móvil. Foto: Freepik
Aunque la tecnología del código QR ya era popular antes de que aparezca el SARS-cov-2, con la llegada del nuevo coronavirus ha cobrado mayor auge. Los códigos QR conectan dos mundos: el físico y el digital y permiten entrar en una aplicación informática móvil.
Los ‘QR codes’ son códigos generados mediante una aplicación generalmente online -también hay aplicaciones de escritorio-, para ser posteriormente impresos en papel o mostrados en un aparato y ser leídos por otro dispositivo móvil que incluye un decodificador o escáner. Es decir, un código QR es una imagen que lleva una información interpretada luego por un dispositivo como un hipervínculo. Hasta hace tres meses este código era sobre todo utilizado para verificar los billetes de avión y de tren.
A mediados de marzo, China encontró ideal la aplicación para rastrear los contagios. Más de 500 ciudades chinas implementaron el código QR como salvoconducto digital en los teléfonos de sus pobladores.
El informático Jaime Brito cuenta que las empresas que desarrollan estos códigos en el mundo trabajan tres veces más en plena pandemia de covid-19 que antes de ella. Han pasado de ser casi desconocidas a crecer un 200% en 90 días. Brito afirma que en la pandemia no solo las autoridades se dieron cuenta de la utilidad del código QR, sino que también la gente común descubrió que esta tecnología es una llave que puede usarse en otras actividades y que sirve también para acceder a videos, podcast, website o a una web en la que se puede introducir información como formularios, documentos, Twitter, y demás.
Brito lo ejemplifica: un profesor puede crear el código QR de un video para que luego lo vean sus alumnos. Cuando se trabaja con papel, fotocopias, etc, se puede añadirles el QR de videos o podcasts que completen el texto. Las editoriales en Europa lo están implementando para que el lector amplíe luego la información sobre lo que leyó.
Galogeth Latorre, experto en ciberseguridad dice que el código QR ha cobrado auge porque sirve para facilitar el acceso a una dirección URL o a cualquier tipo de información codificada. Él sostiene que otro factor es el incremento de dispositivos móviles. “Antes, si queríamos acceder a un sitio digital, por ejemplo una página web, o registrarnos en un evento teníamos que copiar la dirección URL manualmente. Ahora basta enfocar la cámara del móvil al código en un impreso o en otro dispositivo y se tiene el enlace listo para ver el material”.
Latorre observa que por eso casi ya no hay afiche que no incluya un código QR. Recuerda que esta tecnología se usa también para ingresar a una cuenta de WhatsApp en una computadora. Latorre considera, además, que la ventaja de un código QR es, sobre todo, poder estar en todas partes y ahorrar tiempo. Él afirma que antes de la pandemia este código ya era popular, pero que en estos días se ve en Ecuador un incremento notable del uso de esta aplicación. Se puede crear códigos QR en línea desde 5 dólares al mes.
Asimismo, ya es posible escanearlos para evitar consultar la carta física de un restaurante, acceder a las obras de un museo, reservar sitios para vacaciones…. Brito realza el hecho de que el código QR proporciona la tan necesaria distancia entre personas a la hora de obtener información en tiempo de pandemia: “Evita preguntar o acercarnos a un sitio, basta escanear un código QR y toda la información estará a nuestra disposición”.
Predice que en esta pandemia nos despediremos de las cartas de los restaurantes y porque, como ya se aprecia el algunos lugares reabiertos, basta tener a la entrada un código QR para escanearlo y escoger el menú en nuestro smartphone.
Brito alerta que si bien el código QR ayuda a controlar el contagio del nuevo coronavirus y mantener el distanciamiento, existen inconvenientes a la hora de generalizarlo. El primero es la seguridad en cuanto a la confidencialidad de los datos. Jason Lau, experto en privacidad y profesor de la Universidad Bautista de Hong Kong, alerta de la dificultad de controlar esos datos recogidos. “Con un menú de comida no hay problema, pero sí lo hay con los datos de las personas que tienen un código QR en el teléfono, con su información personal, si este es registrado por las autoridades, como se hace en algunos países asiáticos”.