El título corresponde a un artículo de Juan Gabriel Vásquez en el New York Times. Censura el regreso a la insurgencia de Márquez y otros negociadores de la paz en Colombia, que acusan de incumplimiento al gobierno. Los califica de extorsionadores al anunciar que no “atacarán a policías y soldados, ya que su objetivo, en esta nueva guerra, será la oligarquía” y que no practicarían “retenciones con fines económicos”, sino que “dialogarían con gentes pudientes del país para buscar por esa vía su contribución”, siendo cierto que el gobierno ha incumplido los acuerdos al objetarlos y ralentizarlos, lo que puede servir para su fracaso y para el alejamiento de sus compromisos de quienes los están cumpliendo.
El antecedente de que dirigentes de otros grupos incorporados fueron asesinados uno a uno, por “fuerzas oscuras”, que así llamaron a los paramilitares, amparados o consentidos por el ejército colombiano, que mataron en los años 80 y 90 a los integrantes de Unión Patriótica que dejaron las armas, crea desconfianza, a lo que se suman los incumplimientos del gobierno colombiano y los asesinatos desde que se firmó el Acuerdo de Paz hace tres años. Apenas un 30% ha sido implementado en un 50% –la dejación de las armas, la transición de la guerrilla a la vida política y la implementación de los sistemas de verificación al avance del Acuerdo, y un 30% ni siquiera tiene un comienzo. Entre esos, la sustitución de cultivos, indispensable para que la población incorporada deje su dependencia de la coca. El gobierno quiere la erradicación forzada, con glifosato, lo que anula la sustitución de cultivos. De los 12958 reincorporados, solo 1244, el 9,6%, participan en algún proyecto productivo, por la falta del gobierno en poner en marcha los proyectos.
Más de 750 líderes sociales han sido asesinados. Mientras en 2013 fueron victimados 78 guerrilleros, en 2018, mataron a 173 ex guerrilleros, en pleno proceso de incorporación a la vida civil. La violencia paramilitar contra los excombatientes de las FARC, no controlada por el gobierno, ocasiona que abandonen las zonas de reincorporación y busquen otros sitios, en un ambiente de precariedad.
Los falsos positivos -asesinatos de niños para hacerlos pasar como bajas guerrilleras- que se calculan en más de 2300 durante el gobierno del expresidente Uribe, han vuelto a estar presentes, según el New York Times, “para mejorar los registros de la lucha militar”, crueldad y cinismo escalofriantes.
Son tan ciertas las palabras del expresidente Juan Manuel Santos al cumplirse tres años de la suscripción de los Acuerdos de Paz- que son por la paz y la vida-, en riesgo por acciones de unos pocos ex guerrilleros –que tienen el rechazo generalizado- y por incumplimiento y acciones del presidente Duque: “Una paz imperfecta siempre será mejor que una guerra perfecta”.