Decenas de críticas despertaron en las redes sociales la última resolución de la Asamblea Nacional, condenando el crimen de Ernesto Che Guevara, hace 44 años.
Para quienes navegan en la Internet o usan el Twitter, lo aprobado por la Asamblea, con 66 votos a favor, resulta ser un desatino. Primero por lo extemporáneo del suceso y, segundo, porque el ponente de la resolución, el socialista Tomás Zevallos, aseguró que el Che murió por sus ideales y proyectos revolucionarios, propio de jóvenes de la época, luchando contra el neoliberalismo de Margareth Thatcher y la llamada revolución conservadora de Ronald Reagan. Así lo difundieron los boletines oficiales de la Asamblea Nacional.
Pero el Che murió en 1967, cuando ni Reagan ni Thatcher estaban al frente de EE.UU. y el Reino Unido, respectivamente.
En las redes sociales y la Internet se bromeó con esta resolución, advirtiendo que los legisladores tratan lo que es verdaderamente importante para el país.
Además, por la sorpresa que causó el error histórico en el que caen los legisladores al confundir la lucha del Che con estos líderes políticos de los años ochenta. En 1967 era presidente de EE.UU., Lyndon B. Johnson.