En respuesta a la columna de opinión del Sr. Simón Espinosa Cordero, con título “Privilegios de la selva”, publicada en EL COMERCIO del 22 de septiembre de 2019, mi primera reacción es la de perplejidad.
Estoy perplejo porque leo una columna que habla de mí como si quien la escribe me conociese, contando algunos detalles de mi vida, tergiversando otros, pero intentando crear un tono de confianza, como si supiese de qué habla. Pero no sabe. Inventa mis estudios e inventa mis cursos impartidos. ¿por qué se inventa todas esas cosas?
El autor me acusa de estar cometiendo abusos en la gestión de la universidad, así como de cambiar al Dr. Jorge Celi de vicerrector por denunciar irregularidades. También hace referencia a una denuncia penal interpuesta por Celi contra mi persona, motivo por el cual me he negado hasta el momento a participar del espectáculo que está montando en los medios. Senescyt no interviene en el nombramiento de vicerrectores, solo de miembros de la comisión gestora, pero claro, Sr. Espinosa, ¿qué importa la verdad, si ésta puede arruinar una columna llena de falsedades? El daño está hecho y eso es lo que busca la columna, hacer daño. Y eso no es periodismo.