Imagen referencial. La próxima exhibición será en octubre, por el mes del adulto mayor. Foto: Archivo.
Manuel Guananga giró una gruesa piola alrededor de un trompo de madera. Los dedos de sus arrugadas manos lo tomaron con firmeza y luego lo lanzaron contra el suelo, para que bailara con su punta metálica.
La acción fue aplaudida por sus vecinos y amigos de la comunidad El Quinche perteneciente a la parroquia Santa Rosa, al sur de Ambato, la semana pasada. El campesino, de 74 años, también intentó atraparlo con los dedos aunque sin éxito. El trompo perdió equilibrio y se volteó.
Su contrincante Manuel Capuz logró subir el trompo a la palma de sus manos en el primer intento. Le envolvió la piola en la punta y lo alzó con fuerza mientras giraba.
Al indígena, de 73 años, de la comunidad Chibuleo San Francisco lo felicitaron por la proeza y por la habilidad para que continuara girando el trompo. “He perdido práctica para este juego, pero la próxima me va salir muy bien”, comentó Guananga.
Sus amigos y vecinos recordaron sus juegos en los patios de sus casas o en las calles polvorientas con el trompo. Algunos contaron que los partían en la mitad, quitaban las puntas o hacían huecos como señal de victoria.
Un grupo de niños, adolescentes y mujeres escuchó atento las conversaciones de los adultos en la explanada del parque Las Flores, ubicado al sur de Ambato.
Ellos fueron parte de una delegación de adultos mayores, de los siete cantones de Tungurahua, que participó en las demostraciones de los juegos tradicionales y los saberes ancestrales. El encuentro fue organizado por el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES) y la Prefectura de Tungurahua.
Entre los juegos que se practicaron estuvieron el trompo, el zumbambico, la rayuela, la plancha y las bolas, entre otros. La próxima exposición está planificada para octubre por el mes del adulto mayor.
Al juego de la plancha se sumaron niños, jóvenes y adultos. Los infantes dibujaron un círculo en la tierra y en el interior colocaron varias monedas. El juego consiste en sacar las monedas con las planchas de un solo golpe.
Ángel Moposita, de 64 años, fue el encargado de poner las reglas: quien pisaba dentro del círculo perdía. Así debía poner un pie delante y el otro atrás, y no debía agacharse mucho en el momento de lanzar. Entre risas y conversaciones se realizó esta actividad.
A pocos metros, un grupo de mujeres de las parroquias Kisapincha, Huachi Grande y Pasa realizaron la demostración del zumbambico. Este consiste en unir los extremos del hilo en donde está incrustado un botón o tillo en el centro.
Manuela Poaquisa recomendó a los asistentes que debían hacerlo girar hasta que adquiriera cierta elasticidad y movimientos. La excosturera, de 60 años, contó que este juego era muy popular en las escuelas.
“Algunos compañeritos ponían en las cabezas de las niñas donde se enredaba y era difícil sacar. Así pasábamos corriendo y divirtiéndonos”, aseguró la vecina Poaquisa, perteneciente a la parroquia Kisapincha.
La rayuela fue otro de los juegos que gustó a las mujeres de las diferentes comunidades. A varias de ellas no les importó hacer pequeños saltos, a pesar de haber perdido la fuerza en las extremidades.
Hernán Ramos, funcionario del MIES, contó que esta actividad busca fortalecer los saberes ancestrales a través de la recreación. Además, con estos eventos se pretende evitar que tales actividades queden en el olvido en los sectores indígenas, rurales y urbanos.
“Es importante que los adultos mayores compartan sus conocimientos con los jóvenes y niños, para que tanto los juegos tradicionales como la forma sana de alimentarse se retomen”, indicó Ramos.
El encuentro finalizó con un grupo de adultos mayores demostrando la molienda del trigo. Para eso, utilizaron una piedra larga donde se colocó el trigo. Con otra, se lo trituró para elaborar la máchica. Al finalizar el proceso se puso en un coladero la máchica para retirar las basuras y se lo ubicó en un recipiente.
Esta es una de las formas como se cocinaban los alimentos en los tradicionales fogones con el uso de la leña
Pedro Masabalín indicó que así se ‘sacaba músculos’ de los brazos. El campesino, de 70 años, compartió la harina con los asistentes. “Antes se alimentaban de forma más sana”, concluyó Masabalín.