Grace Jaramillo. Analista internacional, columnista.
Su experiencia. Es máster en Relaciones Internacionales y Políticas Públicas. Fue coordinadora de Relaciones Internacionales en Flacso. Columnista de EL COMERCIO.
Su punto de vista. El Gobierno toma una posición errada frente a las críticas que ha recibido por el estado de la prensa.
En las últimas semanas varios periódicos internacional han cuestionado al gobierno de Rafael Correa por los ataques a la libertad de expresión. La respuesta del Mandatario ha sido la descalificación, acusándolos de mentir y de servir a intereses poderosos de derecha.
Ese es un gran error del Gobierno. Es la primera vez que veo que un gobierno critica, cuestiona o manda aclaraciones a editoriales que se publican en medios de otro país. Nunca vi a Barack Obama ni a Bill Clinton ni a George Bush protestar, reclamar o pedir que se aclare un editorial del Washington Post, de The New York Times o de Los Angeles Times. Se entiende que es la opinión del diario y es el resultado de un proceso interno de análisis.
Si el Ejecutivo dice que esas afirmaciones son falsas, ¿por qué es un error pedir que se las rectifique?
Esto demuestra que en el fondo los periódicos tenían la razón y que el Presidente no es tolerante con la opinión contraria, lo que en este momento es precisamente el punto central de preocupación de los periodistas.
Usted está en Canadá ahora, ¿cómo se mira internacionalmente la postura del Primer Mandatario?
La actitud del presidente Correa es contraproducente para el mismo Gobierno ecuatoriano. No se ve bien que critique o, aún más, pida aclaraciones o mande cartas de reclamo a periódicos internacionales que están expresando su opinión a través de los editoriales.
¿Por qué estos diarios cuestionan al Jefe de Estado? ¿Tienen algún interés, como dice el Ejecutivo?
Estamos observando en este momento un clásico efecto búmeran, en el sentido de que algunas Organizaciones No Gubernamentales internacionales como Human Rights Watch (HRW), Amnistía Internacional o Reporteros Sin Fronteras (RSF) han logrado influir en la agenda noticiosa para apoyar las demandas de ONG en el Ecuador para defender la libertad de expresión. Esto va a tener efecto en la política exterior de esos países, en donde se publicaron los artículos de opinión, que son más críticos con el gobierno de Rafael Correa.
¿Cómo se evidenciaría este efecto búmeran que usted describe?
El efecto búmeran se da cuando ONG como Fundamedios se sienten impotentes al no poder resolver su caso en las instancias nacionales y acuden a instancias internacionales que siguen la misma línea de defensa de estos derechos, con el objetivo de ejercer una presión internacional para que cambie la política del Ejecutivo en ese tema.
¿El objetivo es un presión internacional al Gobierno?
Están utilizando los mecanismos de política internacional para llamar la atención de las cosas que suceden sobre derechos en el país y así generar una presión internacional, una influencia externa, para que cambie su posición: si no nos escuchan en casa, por lo menos que escuchen las voces internacionales de protesta.
¿Esta presión internacional logra despertar la atención en la ciudadanía ecuatoriana? Da la sensación de que pese a estos llamados externos aquí no pasa nada…
Para la gente del Ecuador no tiene un impacto real los grandes editoriales de los periódicos. Pero sí habrá un golpe cuando se deje de recibir la inversión extranjera en el país, por ejemplo. Solo entonces se podrá cuantificar cuál ha sido el impacto que ha tenido una publicación de este tipo.
¿Por qué?
Porque un inversionista internacional de gran escala que mira como un destino el Ecuador, no solo analiza los costos económicos de esa inversión, sino también la situación jurídica y política del país y así determinar la conveniencia de poner sus recursos. Y para hacerlo no recurre a los organismos oficiales, sino a los grandes diarios internacionales, recurre a The Economist, al Washington Post o al The New York Times para saber lo que dicen del país.
¿Estas valoraciones de la prensa internacional restringirían el acceso a créditos o a donaciones también?
Si, por ejemplo, Alemania pensaría en invertir en la Iniciativa Yasuní-ITT, sus ciudadanos le dirían que no lo haga, porque el Gobierno ecuatoriano no respeta la libertad de expresión.