La recién ehabilitada Casa Patrimonio fue inaugurada la semana pasada.
Cafeterías, restaurantes y hoteles devuelven dinamismo al centro histórico de Riobamba. Tres emprendedores invirtieron en la restauración de edificaciones patrimoniales y sus proyectos contrastan con la tendencia de deshabitar ese espacio, de 72 hectáreas.
La Casa Patrimonio, un restaurante que ofrece platos de la gastronomía internacional y comida rápida, se llena de visitantes desde el mediodía. La casa de estilo republicano tiene más de 100 años y se considera un ícono arquitectónico.
También tiene importancia, porque funcionó como museo, que tenía una colección de objetos arqueológicos, investigaciones sobre la ciudad y pertenencias de personajes ilustres.
El restaurante tiene capacidad para 160 comensales, cuenta con amplios salones para eventos culturales como exposiciones artísticas y convenciones. La restauración implicó una inversión que supera los USD 800 000.
Édgar Galán, propietario del negocio, vendió otros bienes y obtuvo un crédito de la Corporación Financiera Nacional para costear la restauración, los objetos decorativos antiguos que se exhiben en las vitrinas y los implementos de cocina para el restaurante.
“La casa estaba muy deteriorada. Al menos unas 200 personas, entre obreros, técnicos, diseñadores y proveedores, trabajaron durante dos años en el proyecto”, cuenta Galán.
La Casa Patrimonio se inauguró la semana pasada y desde que sus puertas se abrieron ese sector volvió a ser concurrido. Sin embargo, zonas aledañas al centro histórico quedan abandonadas a partir de las 20:00.
Diego Villacís, director del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural – Zona 3, explica que la tendencia de deshabitar el centro histórico es fuerte en Riobamba y se repite en las ciudades que cuentan con esos espacios patrimoniales.
“Las casas patrimoniales usualmente funcionan como espacios administrativos y negocios como librerías, copiadoras u oficinas. En la noche, cuando concluye el horario de oficina, el centro se queda abandonado”, explica.
Según un estudio de esa entidad, hay 435 inmuebles catalogados como patrimoniales en Riobamba y la mayoría está en el centro. Sin embargo, muchos están deshabitados o parcialmente utilizados, y se calcula que solo 100 familias aún viven en las casas antiguas.
La cafetería Listo Bistro también está instalada en una casa patrimonial y es el único punto que genera movimiento nocturno en el sector del mercado La Merced. Allí se venden la popular torta de choclo, café de calidad, comida rápida, entre otros platillos.
La cafetería Listo Bistro y el bar La Cueva del Cura generan movimiento nocturno en el centro de Riobamba. Foto: Glenda Giacometti / EL COMERCIO
Boris Haro, propietario del emprendimiento, invirtió USD 350 000 en la restauración de la vivienda que antes era un local comercial. Reemplazar los techos y los pisos con materiales modernos, sin perder la estética original de la casa, fue el principal desafío.
“Restaurar inmuebles patrimoniales tiene sus complicaciones, los costos son altos y hay pocos profesionales capacitados para este tipo de trabajos, pero vale la pena hacerlo. Hay mucho potencial en Riobamba”, comenta Haro.
Él y los otros dos dueños de las casas realizaron las restauraciones bajo las normas de una Ordenanza Municipal, para no alterar la edificación.
Él cuenta que otros motivos que impulsan a los dueños de casas antiguas a buscar viviendas en otros sectores de la ciudad es la falta de iluminación y la inseguridad. En la manzana donde está ubicada la cafetería solo viven ocho personas.
En el extremo norte del centro histórico está la Mansión Santa Isabella, un hotel que también cuenta con un restaurante y un original bar instalado en un túnel de piedra que permaneció oculto en la casa durante más de 50 años.
El bar se denominó La Cueva del Cura y allí se ofrecen bebidas tradicionales como canelazos y vino hervido, además de cenas de estilo romántico.
“El sitio se ha vuelto el predilecto de los enamorados que celebran aniversarios o pedidas de mano. Conservamos la rusticidad de la piedra y decoramos con objetos antiguos”, cuenta Jenny Delgado, propietaria del emprendimiento.
La inversión que ella y su esposo hicieron en la adquisición y la restauración de la casa, que estaba en un estado de deterioro muy avanzado, supera el USD 1 millón. “La casa volvió a ser un tesoro”.