El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, calificó este sábado de fracaso a la marcha de una coalición de izquierda en contra de un proceso de reinscripción de partidos, y acusó a ese sector de tratar de deslegitimar las elecciones de febrero.
“Gracias a Dios no tienen el apoyo de nadie, y gracias a ustedes, pueblo ecuatoriano, ayer esa marcha de las izquierdas tan aupada, también tan difundida, tan apoyada por los medios de comunicación fue un fracaso absoluto”, declaró el gobernante durante su informe semanal.
Añadió que existe “una campaña sistemática para tratar de deslegitimar el Consejo Nacional Electoral (CNE), de deslegitimar las próximas elecciones y crear un escenario de caos, y probablemente atentar contra la democracia” .
El viernes, unas 800 personas marcharon hasta la sede del CNE en Quito, que decidió revisar las firmas presentadas por todas las agrupaciones políticas para reinscribirse tras detectar que miles eran falsas.
Los manifestantes pertenecen a grupos de la Coordinadora Plurinacional de las Izquierdas, que hace dos semanas proclamó a Alberto Acosta -exministro de Correa- como su candidato a las presidenciales del 17 de febrero y que denuncia la verificación de rúbricas como una maniobra del oficialismo para marginarla de los comicios.
“Ahí hay toda una campaña sistemática, no es fortuita, es para tratar de generar un escenario de caos porque se ven perdidos en las elecciones”, añadió Correa, quien está habilitado para la reelección hasta 2017 y lidera las preferencias antes de que se defina su postulación.
A raíz de la revisión de firmas, varios partidos no han logrado reunir las necesarias, para lo cual tienen plazo hasta el 24 de setiembre. Todas las agrupaciones deben presentar unas 157.000 adhesiones, equivalentes al 1,5% de los electores.
Correa, cuyo movimiento Alianza País (AP, izquierda) ya fue reinscrito junto con otros colectivos de oposición, denunció las falsificaciones en julio y se declaró dispuesto a encabezar una protesta ciudadana para evitar un “fraude político” de lo que llama la “partidocracia moribunda”.