La prensa ha tratado de ser un reflejo de lo que sucede en el país y de sintonizarse con la realidad ciudadana.
Por eso, las historias políticas, sociales y económicas han marcado la agenda de los medios ecuatorianos, más allá de los líderes de turno que estén en el Gobierno.
Y aunque suene a lugar común afirmar que la prensa siempre es incómoda al poder, en los actuales momentos, esa tensión se percibe con más fuerza.
Quienes hoy dirigen al Ecuador ven a los medios de comunicación independientes con animadversión. Esa no es una novedad, pero el poder político, como nunca antes, ha sido sistemático en sus ataques. El discurso oficial responsabiliza a la prensa, en gran medida, de los fracasos históricos nacionales. No solo eso, a través de leyes, autoridades estatales y una fuerza propagandística sin precedentes en la historia del país, se ha buscado coartar el trabajo de los periodistas menoscabando así la libertad de expresión de los ciudadanos.
¿Qué ha hecho la prensa ecuatoriana para ser el blanco de este acoso? La respuesta aún no está completa. Pero habrá voces como la de Vicente Ordóñez, presidente de la Unión Nacional de Periodistas (UNP), que sostengan que su trabajo es solo presentar la información y contar los hechos: “Cumplimos con la misión de ser observadores permanentes de la cosa pública”.
Precisamente, eso es lo que se valoró en la vigésimo segunda edición de los premios Jorge Mantilla Ortega (JMO), organizados por diario EL COMERCIO, cuya premiación es esta noche.
Este año, los trabajos ganadores de las categorías entrevista, caricatura, fotografía y opinión fueron sobre temas políticos. Solamente en la categoría de reportaje ganó una historia urbana, sobre el molino El Censo de Quito.
“Lo que se valoró fue la calidad de la información, la presentación de fuentes y la narrativa”, explicó Lucía Lemos, decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad Católica y jurado del concurso periodístico JMO.
Para ella, la prensa, antes que nada, debe responder a las necesidades de la gente. “No podemos caer en la provocación. Nuestro trabajo es ser intermediarios entre la sociedad y los hechos”.
Precisamente, pasar revista a los 22 años del concurso JMO, puede ser un termómetro interesante para saber cuál ha sido el pulso de la sociedad ecuatoriana en estas décadas. La conclusión es que la política, los dramas sociales y la inseguridad siempre han estado presentes en la prensa.
La irrupción del movimiento indígena y el fenómeno de las drogas marcaron la piel de los años noventa. Entre 1995 y el 2000, denunciar la corrupción se volvió casi una obsesión. Así se mostró el destino de los gastos reservados, los tentáculos de la Red Peñaranda y las secuelas de la crisis bancaria de finales de siglo.
A partir del 2002, la prensa se enfocó en las historias más humanas. Fue la masiva migración la fuente inspiradora de esos temas.
Desde el 2006, Rafael Correa como fenómeno político y su largo gobierno están presentes en todos los géneros periodísticos y eso se refleja en los actuales JMO.
Ese escudriñamiento periodístico podría ser un factor para explicar el asedio del Régimen. Pero hasta que eso se compruebe, la respuesta no debe ser la autocensura, como lo teme el reportero Freddy Paredes. Ximena Leiva, catedrática universitaria, dice que la única arma del periodista es contar historias reales.
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