May superó hoy la moción de censura contra su Gobierno planteado en el Parlamento por el líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn. Foto: EFE
Fiel a su reputación de perseverante, la primera ministra Theresa May seguirá luchando por sacar a Reino Unido de la UE después de sobrevivir a una moción de censura lanzada tras el rechazo de su acuerdo de Brexit en el parlamento.
“Mi gobierno continuará su trabajo (…) Y sí, continuaremos trabajando para cumplir la solemne promesa que hicimos a la gente de este país, de cumplir con el resultado del referéndum y salir de la Unión Europea”, dijo tras obtener una muy ajustada confianza en la Cámara de los Comunes.
Sin embargo, en esa misma cámara 432 diputados, 118 de ellos de su propio Partido Conservador, habían tumbado estrepitosamente la víspera el acuerdo de Brexit que le costó 17 meses y numerosos sobresaltos negociar con la Unión Europea.
Pese a todo, esta política de 62 años, que proyecta una imagen de frialdad un poco mecánica, se declaró decidida a seguir adelante.
“Tengo el deber de cumplir con el referéndum”, que en 2016 decidió el Brexit, no deja de repetir.
Según Simon Usherwood, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Surrey, May permanecerá probablemente en el cargo hasta que logre la ardua misión del Brexit.
Pero después, los diputados rebeldes conservadores “sentirán que es el momento en que pueden sacar a May, culparla por las concesiones necesarias para alcanzar un acuerdo y afirmar que se necesita un nuevo líder para la próxima fase”, estimaba.
“Estoicismo y perseverancia”
May llegó al poder en las caóticas semanas posteriores al referéndum de junio de 2016, en que los británicos votaron por salir de la Unión Europea lo que provocó la dimisión del entonces primer ministro conservador David Cameron, de quien había sido ministra del Interior durante seis años.
Pese a ser euroescéptica, se había pronunciado a favor de la permanencia en la UE, pero se implicó poco en la campaña y lo hizo insistiendo en la necesidad de limitar la inmigración, el tema favorito de los partidarios del Brexit.
Solo un año después de llegar a Downing Street, convocó unas catastróficas elecciones legislativas anticipadas destinadas a fortalecer su posición en las que, sin embargo, acabó perdiendo la mayoría absoluta y quedó dependiente del apoyo del pequeño partido unionista norirlandés DUP para poder gobernar.
Desde entonces innumerables ataques de todos los bandos la han hecho tambalearse.
Varios de sus ministros la fueron abandonando por el pedregoso camino de la negociación, entre ellos dos ministros del Brexit, Dominic Raab y David Davis, y el jefe de la diplomacia Boris Johnson, que desde entonces se convirtió en uno de sus más acérrimos rivales.
Pero May siempre ha sobrevivido. Y ha seguido adelante “a base de estoicismo y perseverancia” , señala Iain Begg, profesor de Ciencias Políticas en la London School of Economics.
Y también porque nadie quiere cargar con su ingrata misión, agrega Usherwood.
“No subestimen a Theresa May”
Theresa Brasier -su nombre de soltera- nació el 1 de octubre de 1956 en Eastbourne, ciudad costera del sureste de Reino Unido.
Dio sus primeros pasos en política en 1986, año en que fue elegida concejala del distrito londinense de Merton antes de convertirse en diputada en 1997. De 2002 a 2003 fue la primera mujer en ocupar el cargo de secretaria general de su formación.
La propia May se describió una vez como “una mujer jodidamente difícil” , y su actual ministro de Relaciones Exteriores, Jeremy Hunt, advirtió no hace mucho: “No subestimen a Theresa May”.
Aunque sus enemigos la han acusado de tener poca altura de miras, todos coincidían en su laboriosidad.
“Es muy diligente, muy trabajadora, se sumerge en los detalles, es bastante tecnócrata, muy dura, y puede ser tozuda”, explicó el exlíder liberaldemócrata Nick Clegg, que fue viceprimer ministro del gobierno de coalición de Cameron.
“Todas estas cosas son cualidades bastante buenas en un político del gobierno”, reconocía Clegg. Pero “nunca vi realmente en ella mucha imaginación, ni flexibilidad, ni instinto, ni visión”.