Le han dicho negra, raza de esclavos, han insultado a sus ascendientes, descendientes y ella ahí ha estado, como esa impavidez que tienen las columnas jónicas que ennoblecen la arquitectura. Ella es la abandera de nosotros, viene del pueblo y se sustenta en él. Ella viene y tiene esa materia que da alegría por su fuerza, por su elegancia, por su corazón noble y sincero, que es del mismo fuelle que el de los titanes de la Selección ecuatoriana de futbol. Ella viene de ese linaje de Martin Luther King, de Mandela y por qué no de Obama.
Solo un bruto podría creer que la raza negra es inferior a la blanca, la historia nos dice que el primer hombre fue negro y por eso esta tiene conexión con el principio, con la voluntad amorosa de Dios, es sin lugar a dudas, una raza de bondades. Eso lo sabe muy bien monseñor Eugenio Arellano, Obispo de Esmeraldas y actual presidente de la Conferencia Episcopal y lo sé yo que he vivido y compartido con mi gente de Esmeraldas. Ella se fue por sobre las barbas farisaicas, esas que en las cárceles se tragaban los barrotes entre el sudor y la impotencia. Ella, sobre las greñas que pedían libertad para Glas, impunidad para todos los saqueadores, para que repetir nombres de la ralea cobarde. Con ella la justicia está garantizada. ¡Bravo Diana Salazar! Estás en nuestras oraciones.