Dios creó al hombre a imagen y semejanza de él (Génesis 1,26), Dios no creó un salvaje, creó al ser humano distinguiéndolo del resto de la creación, dándole dominio sobre la tierra: el hombre que creó Dios era temeroso de su Creador (Génesis 3, 9.10).
Dios no creó un salvaje, todo lo contrario lo separó al hombre de los gigantes para que viva en armonía y en paz.
Hoy cuando han pasado miles de años, el hombre que creó Dios, no tiene ni rastros de su Creador; Emilia destapó esa realidad oculta en la ciudad más católica donde esta la talla de la virgen más famosa del Ecuador, la Churonita.
Emilia ha muerto como Inés, Filomena, Anastasia, María Goretti, todas ellas Santas, que murieron defendiendo su inocencia a edad similiar a la de Emilia, porque el hombre de inicios de la creación no existe. Todo lo contrario cada día se convierte en el gigante salvaje que destruye la inocencia de los niños sin mirar género, ni edad, ni condición, socioeconómica.
El despojo de hombre crea un gigante que puede tomar y destruir la vida de una persona y desgraciar a toda una familia, sumando a la sociedad la descomposición de todo lo que se le heredó cuando fue creado.