Algo de lo más nocivo para la sociedad es que desde el poder se haya incurrido en actos de indelicadeza y corrupción como lo sucedido en la década correísta, en el que su principal representante de ese poder fue el expresidente Rafael Correa, quien hizo gala y ostentación de despilfarro económico, utilizando indebidamente ingentes recursos públicos que los malgasto en aviones de lujo puestos a su servicio, en los que realizó múltiples viajes al exterior, algunos de ellos innecesarios, llevando a extensas comitivas e invitados que visitaron muchos países del mundo. Otros dispendios fueron los millonarios gastos en las sabatinas pagando a los medios oficiales incautados en los que aprovechaba esos espacios de difusión pública para hacer propaganda de su gobierno y ofender la honra de ciudadanos, opositores políticos, periodistas etc.; qué decir de los banquetes que cada semana brindaba a cantantes, futbolistas, tuiteros, cantando y divirtiéndose indebidamente, y los millonarios sobreprecios ahora descubiertos y denunciados en las grandes obras de infraestructura en las que se omitieron deliberadamente informes previos de los organismos de control y se contrataba de manera directa lo que ocasionó coimas y sobreprecios, incluso hasta hoy que dejó de ser presidente. Fiel a su estilo, mediante decreto que él lo expidió días antes de fenecer su mandato se hace pagar numerosos guardaespaldas para que lo cuiden a él y a su familia, lo que nunca antes había ocurrido con ningún presidente en nuestra historia. Con estos malos ejemplos desde el poder se está propiciando para que nuestra niñez y juventud crea que es algo normal la práctica de estos actos anti éticos y que perniciosamente los emule.