En Bonn, Alemania, se organizó una exposición ambiental en la COP23. Foto: AFP
Los científicos señalan que a pesar de tener suficientes conocimientos sobre el cambio climático, la humanidad no logra revertir el recalentamiento global y la ventana de oportunidades se cierra. Cuanto antes las autoridades escuchen a la ciencia, más rápido podrán reducir las emisiones contaminantes.
En el contexto de la 23 Conferencia de las Partes (COP23) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc), que comenzó el 6 de noviembre y terminará el 17, nunca fue más urgente la necesidad de ser más ambiciosos en materia de reducción de gases invernadero y de encaminar al mundo por un ruta más limpia y sostenible.
Las proyecciones en materia climática señalan un aumento de eventos extremos de temperatura, sequías e inundaciones. Los mares y los océanos se recalientan y alcanzan el punto de saturación para absorber el mayor dióxido de carbono de la atmósfera.
“El cambio climático no se va y sus consecuencias se volverán más intensivas. La presión sobre los tomadores de decisiones para que hagan algo a corto plazo aumentará”, señaló Hans-Otto Portner, uno de los presidentes del Grupo de Trabajo II del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC) y director de investigación de fisiología de ecosistemas del Instituto Alfred Wegener.
No faltan influenciadores políticos que buscan atender el problema del cambio climático, pero la atención se concentra en quienes niegan el recalentamiento global como el presidente de EE.UU., Donald Trump, que inició el proceso para sacar a su país del Acuerdo de París, suscrito en la COP21, de 2015.
Está claro que el mundo tiene suficiente conocimiento sobre el cambio climático en comparación con un siglo atrás, pero las acciones no han sido suficientes, destacó Portner. Por ejemplo, la industria automotriz europea se tomó demasiado tiempo en crear motores alternativos. Los gobernantes del mundo se comprometieron a disminuir las emisiones de carbono y a frenar el aumento de la temperatura global por encima de los dos grados centígrados respecto a la era preindustrial. A los científicos les preocupa que las ambiciones todavía sean débiles.
Con el inicio del sexto ciclo de evaluación del IPCC, hay presión para validar el Acuerdo de París, cuya base es la capacidad del mundo de adaptarse y reducir los impactos del cambio climático.
Todos los países deben reducir las emisiones de dióxido de carbono de forma drástica a mediados de siglo si se quieren alcanzar los objetivos del tratado. “Pero solo reducir las emisiones de dióxido de carbono puede no ser suficiente”, apuntó. “El desafío es crear e implementar tecnologías respectivas a mayor escala”, añadió.
El último informe del Instituto Mundial de Recursos, con sede en Washington, reveló que más de 55 países, responsables de 60% de las emisiones globales, se comprometieron a liberar un volumen máximo en 2030. Sin embargo, el total de gases contaminantes liberados a la atmósfera debe alcanzar en 2020 para evitar un recalentamiento peligroso.
Actuando como un disipador gigante de carbono, los océanos toman alrededor de una tercera parte de ese gas. Pero cuando el agua de mar lo absorbe, los gases invernadero generan reacciones químicas haciendo que se acidifique el océano, explican los científicos. Eso, disminuye el CO2 de la atmósfera, pero afecta los ciclos de vida y materiales de los océanos, comprometiendo los servicios de los ecosistemas que proveen.
Los combustibles fósiles son la principal fuente de gases de efecto invernadero en la atmósfera y de la contaminación aérea, señaló Félix Ekardt, director de la unidad de investigación de Políticas de Sostenibilidad y Clima, en Leipzig. Un estudio de 2017 señala que esa fuente de energía mata a nueve millones de personas, más que las que mueren por guerras, VIH/sida y malaria sumadas.
“El mecanismo más efectivo es definir políticas claras para eliminar del mercado los combustibles fósiles utilizados en el sector energético, en la calefacción y el uso en la industria implementando un mecanismo de control de calidad”, expresó Ekardt en el marco de la COP.