Hay un divorcio entre la política y la economía, decía el presidente de la Cámara de Comercio de Quito en la sesión solemne por el aniversario de la Institución.
El político privilegia lo que tiene valor electoral, lo que afecta positivamente los índices de popularidad; le asusta tomar las medidas económicas que dicta el sentido común. La gran coartada es que afectan a los sectores populares, aunque no ignoran que los impuestos, tasas, aranceles, trabas y amenazas a la empresa, se trasladan en forma de precio o escasez a los sectores populares.
El primer Presidente de este largo período democrático ( Jaime Roldós) vivía en una nube rosada, según el diagnóstico de Asaad Bucaram, para indicar que estaba lejos de la realidad.
El Presidente actual corre el riesgo de encerrarse en una nube cuántica, según los analistas que empiezan a preocuparse cuando le escuchan hablar de nuevas dimensiones de la realidad.
El espacio y el tiempo, tal vez solo sean una ilusión, acaba de declarar desde el palacio de gobierno.
¡Qué lejos, ese mundo, de la realidad objetiva, el peso y la medida, del mundo empresarial!
El mundo de lo aleatorio y la probabilidad de la física cuántica, está más cerca de la poesía que de la industria y el comercio. Son esos mundos ingrávidos y gentiles de los que hablaba el poeta Machado: “Anoche soñé que a Dios veía y que con Dios hablaba – después, soñé que soñaba”.
El riesgo es que mientras los líderes elucubran sobre nuevas dimensiones del conocimiento, los enanos corretean fabricando la realidad; creando impuestos, inventando tasas, estableciendo aranceles hasta donde tolere la Organización Mundial del Comercio, OMC produciendo veladas amenazas para que los ciudadanos y las empresas no se atrevan a plantear reclamos al Estado, buscando mecanismos sutiles para implementar el dinero electrónico, rebuscando prestamistas que otorguen nuevos créditos para engrasar la maquinaria estatal y consolidando la política correísta que la ingenuidad nacional creyó que estaba por erradicar.
La propuesta del empresariado tiene la solidez del sentido común.
Plantea reducir los impuestos para recuperar competitividad, atraer la inversión, generar puestos de trabajo, abrir mercados, exportar más; en suma, dinamizar la economía y recaudar más tributos.
Mientras el modelo económico del gobierno genera un clima sombrío, el modelo empresarial expuesto por el presidente de la Cámara de Comercio de Quito recupera el optimismo.
Su mensaje concluyó con la apertura al “diálogo pero en el marco de las libertades, sin perder el vigor del espíritu emprendedor, sin abandonar el reto de afrontar riesgos y con el carácter solidario que no ha sido jamás igualado por los socialismos, ni del siglo XIX ni del siglo XXI”.