Ante la abrumadora presencia de la corrupción y otros males que salen a flote en el país, la mayoría del pueblo ecuatoriano clama por una Consulta Popular que le permita expresar, a través de bien formuladas y seleccionadas preguntas, los correctivos para restablecer la institucionalidad, la democracia y la honestidad en el país.
Los temas generales que podrían ser abordados, conforme adelantó el Presidente, el 11 de septiembre pasado, son: “mejorar el sistema político para tener más democracia; profundizar la participación ciudadana; lograr absoluta transparencia en la elección de autoridades de control y fortalecer el equilibrio en las funciones”, (EL COMERCIO, 19 sep. 20017), de donde –se intuye- se resumirían ciertas preguntas que sumadas a las de otros sectores, conformarían la Consulta, paso fundamental para una nueva etapa que necesita vivir el Ecuador.
La bancada afín al gobierno anterior, que antes no tuvo la iniciativa para lograr soluciones a los problemas que afectan al país, ahora, sorpresivamente, también se suma a la corriente con sus propias preguntas. Queda flotando en el aire: ¿Le interesará de verdad a la mencionada bancada hacer presencia en la Consulta que pretende dar inicio a la gran cruzada nacional para deshacer todo el descalabro causado por la revolución ciudadana, y retomar el camino correcto para salir de la crisis?
De darse el escenario propuesto, una vez salvados los “escollos”, empezando por la Corte Constitucional que verificaría si las preguntas son pertinentes, vendría el proceso electoral, de cuyos veraces resultados, la gran mayoría de ecuatorianos estaremos pendientes, y qué mejor, si el Presidente Moreno –coherente con su discurso- podría garantizarlos. No olvidemos que, luego de la nefasta década perdida, el Ecuador vive otro momento: ¡ya no soportamos más, ni la farsa ni el atropello!