El bus estaba lleno. La gente iba parada hasta en las puertas. Pero como me atrasaba al trabajo tuve que subirme, cerca de las 07:30, en El Condado (norte de Quito). Tres paradas al sur, en la av. Mariscal Sucre, se bajó mucha gente porque es un sector comercial. Ahí se subieron tres hombres con una actitud extraña.
Uno se ubicó adelante, otro en el medio y el tercero en la parte posterior de la unidad. Pese a que bastantes personas se habían bajado, estaba aún lleno y el espacio para ubicarse de pie dentro del bus era reducido.
Justamente el que se fue hasta el medio se paró junto a mí. Sentí entre empujones un forcejeo con mi cartera, a pesar de que la sujetaba y trataba de ponerla adelante, pero cada que el conductor frenaba este hombre me empujaba.
En ese momento vi cómo el que se ubicó cerca de la puerta de atrás del bus sacaba un cuchillo y amenazaba a un joven que estaba parado. El chico sacó su billetera y se la dio mientras este hombre le decía algo, con violencia.
Cogí mi cartera y empecé a caminar, cuando una señora me dijo: “Señorita su cartera está rota y se le están saliendo las cosas”. Me di cuenta de que el hombre que estaba a mi lado me la había abierto con una navaja. Entonces, me armé de valor y grité: hay tres delincuentes en el bus. Conté que uno había roto mi cartera y que otro estaba robando a un joven en la parte de atrás.
La gente reaccionó. Hizo que el conductor se detuviera y estos hombres se bajaron y corrieron por la avenida, pero a mí y al joven nos habían quitado las billeteras.