Correa insiste en que nos deja un paraíso después de diez años de ardua labor. Para comprender el paraíso de Correa solamente hay que leer la biblia y luego sacar conclusiones que nos conducen a aceptar que Rafael efectivamente dice la verdad.
En el paraíso de Adán no había dólares, en el de Correa tampoco; en el Edén había serpientes, aquí también, y de esas bravas que devoran lo que encuentran a su paso, no solamente manzanas sino también cheques. En el paraíso de la biblia Caín mató a Abel, aquí hay la muerte cruzada para que Rafael pueda regresar después de un año. En el paraíso no había fiscales, aquí tampoco. En el paraíso no había separación de poderes, aquí tampoco. En el paraíso no se conocía la palabra democracia, aquí tampoco. Adán fue expulsado del paraíso, aquí esperamos que suceda lo mismo.