En los anales de nuestra historia, existen fechas de eterna recordación, enclavadas en el santuario del corazón grato de los ecuatorianos, que desde el centro de la Tierra emerge en 1906, el Diario EL COMERCIO, uno de los medios de comunicación de mayor prestigio, verticalidad, transparencia, absoluta libertad, independencia, como principal fuente de información del pensamiento infinito, incontenible y eterno que traspasando los límites extraterritoriales de las diversas latitudes del Planeta, nos permite mantenernos informados oportunamente en los lugares más recónditos de los mares ignotos en el que nos encontremos, desde hace más de un siglo de su existencia, lo cual constituye un verdadero orgullo, gravado con letras indelebles en la pirámide indestructible e incólume de la inmortalidad, al iniciarse su décima primera década de vida fructífera , que aún la ciencia y la tecnología no ha podido eclipsar la fama y prestigio de este medio indestructible de difusión, que vivirá eternamente este volcán gigante de fuego, sin que nadie haya sido capaz de doblegar sus rodillas ni inclinar su frente, lejos muy lejos de la sumisión; y, continuará reflotando como el águila dominando los espacios siderales más elevados del pensamiento de excelencia de la dimensión humana en nuevos horizontes, que en síntesis expreso, pletórico de emoción, la magnanimidad de su grandeza, que en forma silenciosa va construyendo de lo finito a lo infinito su propia arquitectura forjada a través del tiempo y el espacio en sus 111 años de existencia, que la encumbre con ímpetu en la dinámica de la escalada infinita del desarrollo, con la sed insaciable, creadora y fecunda de su misión noble de informar no sólo la pequeñez humana sino los avances científicos y tecnológicos de última generación; he aquí, la razón profunda para rendir mi homenaje de admiración y pleitesía a este gigante del pensamiento universal.