510 cubanos permanecen en un albergue improvisado, en el Municipio colombiano de Turbo. Foto: Raúl Arboleda / AFP
Una paradoja que descubre una crisis humanitaria y migratoria que se profundiza, se produce en la región. El histórico restablecimiento de las relaciones diplomáticas plenas entre La Habana y Washington, que en julio cumplirá un año, no ha terminado por frenar el éxodo de cubanos que intentan llegar a territorio estadounidense.
¿Qué ha ocasionado el mayor movimiento migratorio desde la nación antillana? Básicamente, dos razones.
Una, el temor de que se anule la Ley de Ajuste Cubano, que fue aprobada por Estados Unidos en noviembre de 1966.
Y dos, el deshielo con Washington, en la práctica, no ha generado cambios ostensibles en la isla, para beneficio de sus habitantes. Así lo señala la activista cubana Rosa María Payá. La hija del fallecido anticastrista Oswaldo Payá lo ha sintetizado en una entrevista con la cadena hispana Univision: “El régimen cubano se las arregla para dar señales de cambio sin cambiar. El pueblo está excluido de todo esto (…) Este proceso podría repercutir si los cubanos tuvieran derechos, personalidad jurídica o pudieran abrir un negocio”.
En efecto, los cubanos ya vieron llegar al presidente estadounidense Barack Obama -que en La Habana es más popular que los líderes de la revolución, los hermanos Fidel y Raúl Castro- y a los Rolling Stones, pero su situación no se ha modificado mucho.
El salario mensual promedio sigue siendo USD 25. Al igual que antes, la principal preocupación de los isleños es la (mala) economía y ‘resolver’ (acomodarse a las circunstancias), como siempre.
En la misma línea, Gloria Estefan, cantante de origen cubano y residente en Miami, graficó en declaraciones a la radio SiriusXM el drama de la isla: “El gobierno de los Castro ha creado de los cubanos ciudadanos de segunda clase en su propio país. Los turistas y los exiliados pueden disfrutar cosas que la gente que vive ahí no puede. La gente de Cuba necesita libertad y comida”.
Aunque la administración Obama descarta cambios en la Ley de Ajuste, una posibilidad así pudiera cuajar más adelante, como resultado de la nueva era de las relaciones bilaterales entre los viejos rivales de la Guerra Fría. Así lo han explicado activistas anticastristas.
Además, es necesario recordar que un nuevo inquilino se instalará en la Casa Blanca, en enero próximo, y el tema migratorio será uno de los componentes claves de la batalla electoral por la Presidencia de Estados Unidos que librarán la demócrata Hillary Clinton y el magnate Donald Trump, y que se definirá el 8 de noviembre.
El magnate ha exhibido un discurso xenófobo, marcadamente antilatino y antiislámico. Y una encuesta realizada en mayo por Univision y el periódico El Nuevo Herald evidenció que el exilio anticastrista, que tiene su enclave en Miami, se incluye entre los latinos que sí apoyan al republicano.
Por otro lado, a inicios de este año, Marco Rubio, senador republicano de raíces cubanas y exprecandidato a la Casa Blanca, presentó un proyecto de ley para modificar esa normativa. “Es un primer paso para anular las lagunas y los incentivos financieros que han sido explotados”, señaló.
La norma vigente hasta ahora otorga facilidades a los cubanos para adquirir el estatus de residente estadounidense.
No obstante, el temor -justificado o no- ha disparado las cifras de migrantes cubanos, generalmente en situación irregular, cuyo destino es Estados Unidos. Y los datos estadísticos así lo demuestran. En los primeros tres meses de este año más de 27 500 cubanos han ingresado a territorio estadounidense por puertos, aeropuertos y fronteras. Lo señalan las cifras ofrecidas por las agencias estadounidenses, que publicó El Nuevo Herald.
A modo de comparación, el año pasado 43 159 cubanos arribaron por puntos fronterizos terrestres a EE.UU., 30 990 de ellos a través de México, señala la información entregada por la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras.
Pero el flujo migratorio desde la isla gobernada por el castrismo desde 1959 ha tenido ‘efectos colaterales’ en otros países de Latinoamérica, entre ellos Ecuador, que se vio obligado a imponer el visado a los cubanos, desde el 1 de diciembre del 2015. La Cancillería de Quito adoptó la medida en medio de la crisis migratoria que sacudió a países de América Central por efecto de la ‘avalancha’ de personas procedentes de la nación comunista. En diciembre pasado, en suelo ecuatoriano se contabilizaron 16 000 isleños ‘sin papeles’.
La crisis desatada por los cubanos alcanzó su cota más alta en noviembre del año pasado cuando Nicaragua, estrecho aliado del castrismo, decidió cerrar sus fronteras “por razones de seguridad nacional”.
Los viajeros irregulares se concentraron, entonces, en Costa Rica y Panamá, y rápidamente se cifraron en 8 000. Ambos países debieron consensuar con México un operativo de traslado en vuelos directos. Pero el flujo no ha cesado y los dos gobiernos cerraron sus fronteras. Primero lo hizo Costa Rica, en diciembre de 2015; luego Panamá, el pasado 9 de mayo.
En la actualidad, Colombia afronta el arribo de centenares de personas que escapan de la isla. En una bodega del Municipio de Turbo, en Antioquia, se hacinan 510 de ellas. La cifra con seguridad aumentará porque persisten las causas que provocan el éxodo.