El sonido es tenue y evoca a las aves, a la lluvia… Esa armonía mágica e indescriptible sale de botellas elaboradas con arcilla. Son instrumentos sonoros, que datan aproximadamente de 1 500 años antes de Cristo.
Estas 20 piezas reposan en el Museo Pumapungo de Cuenca, y fueron recientemente estudiadas por los investigadores argentinos Esteban Valdivia y Carolina Segre, quienes a través de un convenio entre las universidades Nacional de Villa María (Argentina) y de Cuenca, el Museo Pumapungo y el Ministerio de Cultura efectuaron su investigación durante 21 días .
El director del Museo Pumapungo, Jonathan Kuperman, dice que es importante que se realice este tipo de estudios, para conocer la utilidad de los instrumentos que forman parte del fondo patrimonial.
Valdivia y Segre desde hace 10 años realizan el proyecto Sonidos de América. Han viajado a Perú, Guatemala, Bolivia, México, entre otros países, para investigar una serie de instrumentos que pertenecieron a diferentes culturas.
En la planta baja del Museo Pumapungo se encuentra la reserva arqueológica. Allí reposan instrumentos de las culturas Valdivia, Chorrera, Jama-Coaque, Guangala, Bahía y Tolita. Valdivia y Segre se maravillaron con piezas como las botellas-silbato de la Cultura Chorrera. De acuerdo con sus investigaciones, estas piezas son las más antiguas de América. Este instrumento que pesa 4 kilos y tiene un silbato y dos cuerpos, emite un sonido similar al de un pájaro.
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Valdivia, quien es músico, sabe cómo entonarlo. También funciona con agua y la melodía es sutil. Según Segre, no hay estudios ni registros de estas piezas, “que son las más importantes de América”. Ella es docente y ha participado en varios congresos mundiales, donde se analizaron los instrumentos sonoros de las culturas. Se lamenta que en ninguno de estos encuentros se haya conocido esta reserva del país.
Con este criterio coincide el investigador y músico Carlos Freire, al señalar que no existen datos de estos instrumentos; y dice que es necesario recuperar la sensibilidad para percibir la valía de estas piezas.
Segre y Valdivia presentaron la semana pasada esta investigación en Cuenca. Un documental de 20 minutos, un registro fotográfico, el estudio y la réplica de las piezas originales componen su investigación.
Otro tipo de botellas-silbato estudiado perteneció a la Cultura Jama-Coaque, estas se caracterizan por ser zoomorfas (jaguares y caimanes). Su sonido suele ser fuerte, como un llamado a la guerra.
Para los expertos argentinos, el trabajo de replicar las piezas tuvo su grado de dificultad porque tenía que ser preciso para lograr el sonido exacto. El profesor Juan Pacheco, de la U. de Cuenca, les ayudó a conseguir la arcilla y otros materiales.
Entre las piezas más difíciles de reproducir estuvieron las botellas-silbato de la Cultura Chorrera, que tienen forma de cabeza de mono. En esas piezas el silbato está dentro de la cabeza del mono y tiene tres orificios: orejas y mentón.
Como asegura Pedro Cueva, del área de Arqueología del Museo Pumapungo, estos instrumentos prueban la sofisticación de estas culturas precolombinas. Cueva se maravilla con este nuevo estudio y dice que cada sonido deja conocer la cotidianidad de cada una de esas culturas.
Los investigadores argentinos aprendieron también a entonar las botellas-silbato. Su interpretación es como una evocación al amor, con la que buscan que este patrimonio sonoro se revalorice en el mundo.
En junio próximo presentarán su investigación en Francia y en noviembre lo harán en Argentina. Durante este mes realizarán un trabajo similar en Guayaquil.