El hombre invocaba a gritos a Dios. “Él nos manda a matar, a drogar, a violar”. Y decía que Dios le dio fuerzas la tarde del jueves.
Daniel C. fue detenido ese día en su casa del barrio La Libertad (centro-occidente de Quito), luego de que se comunicara con la Policía. Su madre había sido asesinada. “Llamé y dije que le había asesinado y que estaba esperando a que me detuvieran”, dijo ayer el hombre de 23 años, en la audiencia de flagrancia. El jueves, cerca de las 17:00, su madre fue estrangulada con una bufanda, cuando cocinaba en la casa.
Cuando se evocó esta escena, el hombre se exasperó, intentó levantarse y quitarse las esposas. “Déjame, Déjame”, gritó y forcejeó con cuatro policías, ante el juez XXI de lo Penal, Santiago Coba. Dos médicos intervinieron.
Los familiares del joven solo lo miraban y lloraban. Tras un receso de 7 minutos, hasta que tranquilizaran al sospechoso, Coba ordenó la prisión preventiva de Daniel C. y dejó el auditorio.
Afuera dijo que este es un posible caso de parricidio, el cual según el Código Penal se sanciona con reclusión de hasta 25 años. “Son casos mínimos. El año pasado conocí uno, pero en lo que va de este ya son dos”, dijo el juez.
Según el 14º informe del Observatorio Metropolitano de Seguridad Ciudadana, el ataque de hijos a padres en Quito está entre las cinco primeras formas de violencia intrafamiliar. Lo superan la agresión de cónyuges, convivientes, enamorados y hermanos.
La sala de audiencias estaba llena. A las 11:00 de ayer, allí solo quedaban Daniel C. y los policías. El detenido gritaba: “No quiero salir, déjame”. Una persona que dijo ser primo del aprehendido solo miraba. “¿Qué hiciste con la tía?”, murmuraba en voz baja.
Luego contó que el joven padece de esquizofrenia y que estaba en tratamiento. “Siempre tuvo problemas con la mamá”, indicó el familiar, quien se enteró de la muerte por una llamada del esposo de la fallecida. “Qué duro es esto”, susurró otra vez y partió.