Sábado temprano. Daniel V. , estudiante de Medicina, estacionó su Chevrolet Luv en la casa de su amiga en La Luz, un barrio en el norte de Quito. “Pasaron solo 15 minutos, mientras recogía el fonendoscopio y salí, pues ya me atrasaba”, recuerda.
Al salir, el capó del vehículo estaba levantado, la alarma destruida y el carro no encendía. Desconocidos se habían sustraído el cerebro del carro. Él no denunció el hecho, pero datos de la Dirección Nacional de Policía Judicial reportó un incremento en el robo de accesorios a escala nacional: 4 182 en el 2009 frente a las 4 490 denuncias en el 2010.
Dentro de los accesorio sustraídos están los cerebros (computadoras del vehículo). Únicamente entre enero y febrero pasados se registraron 95 denuncias en Quito. El robo de estos aparatos electrónicos tuvieron su nivel más alto entre el 2007 y el 2008. En estos años, cada mes se presentaban hasta 200 denuncias.
Ahora, aunque el número de robos de cerebros es alto, Silvio Dávila, jefe de la Unidad de Delitos contra la Propiedad de la Policía Judicial, dice que se han reducido. Esta aseveración fue corroborada por Edwin Pérez, fiscal de la Unidad contra el Patrimonio.
Dávila explica que en los accesoristas operan entre dos o tres personas y que en la mayoría de casos se trata del denominado ‘robos bajo pedido’. “El cachinero manda a sustraer la pieza de un modelo específico de vehículo del que solicitaron el accesorio”.
El oficial añade que “las personas que roban ganan aproximadamente USD 15 por pieza, mientras que el cachinero eleva significativamente el costo”.
Por el robo del cerebro, Daniel V. no pudo mover la camioneta que inicialmente estaba aparcada en las afueras de la casa.
Averiguó precios de cerebros en el mercado ilegal y estos bordeaban los USD 300. Compró el repuesto en USD 600 en la casa oficial en donde compró el carro.
La Policía registra que los accesorios más robados son: llantas de emergencia, cerebros, consolas de radio, espejos retrovisores, tapacubos y plumas. “Desconocidos aprovechan de la confianza de la gente que deja sus automotores en lugares que no tiene seguridades y no necesitan mucho tiempo para operar”, dice Dávila.
En las concesionarias se determinó que los clientes frecuentemente llegan por pérdida de llantas de emergencias, especialmente en los Vitara. Álex Mera, jefe de Planeación de una concesionaria, da algunas alternativas para frenar el robo: los neumáticos se pueden asegurar con tuercas o candados especiales que pueden costar hasta USD 120. Para las tapas (cuestan hasta USD 379) también hay seguros. El fiscal Pérez aconseja dejar el carro en parqueaderos cerrados. “Se conoce de casos en que los cuidadores operan con los ladrones”.
Carlos M. conoce esta realidad. Pasadas las 19:00 de un miércoles, él aparcó su vehículo en la avenida La Gasca (occidente). Dice que tardó menos de 30 minutos en salir de un local comercial. “Me di cuenta que algo había pasado cuando no sonó la desactivación de la alarma”. De su auto se llevaron el cerebro, el radio y parte del motor. “Mi carro no estaba asegurado, tuve que pagar USD 2 000 para arreglarlo. Pasó tres meses parado”, comenta.
De cada 15 denuncias que se hacen en la PJ 12 están relacionadas con el robo de accesorios de vehículos. Los autos Chevrolet son los más robados. El que perdió Daniel V. era precisamente de esa marca. Y no lo recuperó.